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De nunca acabar Walter Spurrier

Por: Detalles de publicación: Quito Grupo El Comercio C.A. 2015Descripción: p. Tomado de la página webTema(s): Recursos en línea: En: El Comercio 10 mar. 2015Resumen: En marzo de 2012, tras una larga espera, el Gobierno nacional y la minera china Ecuacorriente firmaron el contrato para el desarrollo y explotación de la gran mina cuprífera Mirador, en Zamora. Poco después debía firmarse también con Ecuacorriente un segundo contrato para una mina aún mayor, Panantza-San Carlos. El Ecuador sería uno de los cinco mayores exportadores de cobre del mundo. Las autoridades, con un optimismo descabellado, declararon que habría exportación en 2013. Imposible, comentamos en esta columna: “La exportación se iniciará en 2015” (marzo 6 de 2012).Estamos en 2015. El titular de la flamante Cartera de Minería reconoce que la administración pública incurrió en graves errores; que el proyecto recién entraría a producir en 2018. Buena falta le hacen hoy al país las divisas de exportación e ingresos fiscales que hubiera generado esta mina. Es positivo que el ministro reconozca errores. Es el primer paso para superarlos. Pero destaca solo demoras en la aprobación del estudio de impacto ambiental y en la compra de tierras donde se desarrollará la mina (ver EL COMERCIO, marzo 5). En Toronto se presentaron como participantes en el desarrollo minero del Ecuador tres otras empresas cuyos proyectos avanzan lentamente en espera de mejores condiciones económicas. No estuvo presente Ecuacorriente. A medida que transcurre el tiempo, más colonos entran a la zona de la mina San Carlos, en espera de lucrativas indemnizaciones. En cualquier momento la Asamblea puede determinar que parte de la zona es tierra ancestral, y cerrarla a la actividad minera. Para los matemáticos en el gobierno debería a estas alturas ser evidente que una altísima participación de 70% en las utilidades extraordinarias queda en nada.
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En marzo de 2012, tras una larga espera, el Gobierno nacional y la minera china Ecuacorriente firmaron el contrato para el desarrollo y explotación de la gran mina cuprífera Mirador, en Zamora. Poco después debía firmarse también con Ecuacorriente un segundo contrato para una mina aún mayor, Panantza-San Carlos. El Ecuador sería uno de los cinco mayores exportadores de cobre del mundo. Las autoridades, con un optimismo descabellado, declararon que habría exportación en 2013. Imposible, comentamos en esta columna: “La exportación se iniciará en 2015” (marzo 6 de 2012).Estamos en 2015. El titular de la flamante Cartera de Minería reconoce que la administración pública incurrió en graves errores; que el proyecto recién entraría a producir en 2018. Buena falta le hacen hoy al país las divisas de exportación e ingresos fiscales que hubiera generado esta mina. Es positivo que el ministro reconozca errores. Es el primer paso para superarlos. Pero destaca solo demoras en la aprobación del estudio de impacto ambiental y en la compra de tierras donde se desarrollará la mina (ver EL COMERCIO, marzo 5). En Toronto se presentaron como participantes en el desarrollo minero del Ecuador tres otras empresas cuyos proyectos avanzan lentamente en espera de mejores condiciones económicas. No estuvo presente Ecuacorriente. A medida que transcurre el tiempo, más colonos entran a la zona de la mina San Carlos, en espera de lucrativas indemnizaciones. En cualquier momento la Asamblea puede determinar que parte de la zona es tierra ancestral, y cerrarla a la actividad minera. Para los matemáticos en el gobierno debería a estas alturas ser evidente que una altísima participación de 70% en las utilidades extraordinarias queda en nada.

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