PAUL WOLFOWITZ

Mena, Claudio
PAUL WOLFOWITZ

Podría tener un nombre de pronunciación más fácil, pero lo deben pronunciar muy bien en el Banco Mundial, del cual Paul ha sido presidente desde que el presidente George W. Bush lo designó a dedo para este cargo, sacándolo del Pentágono donde era el segundo después de Rumsfeld. Claro que el Banco Mundial, como su nombre lo indica debe entenderse que debe ser manejado por la comunidad de naciones, pero no es así. Los grandes se reparten estos cargos: a los Estados Unidos les toca el Banco Mundial y a los europeos el Fondo Monetario. Se trata de un pacto no escrito, pero que se cumple inexorablemente. Entonces, nuestro hombre pasó de feroz guerrero del Pentágono, a banquero predestinado para ayudar a los pobres de este mundo que somos millones. En este gran aterrizaje, la bandera de su acción en el Banco Mundial fue la lucha contra la corrupción, batalla que con seguridad nadie le creyó como después se confirmó con los hechos (generalmente a quienes cantan mucho su combate contra la corrupción, hay que examinarles las chequeras). Como el Banco Mundial no hace noticia por ahora, en cambio le ha correspondido hacerlo a la persona de su gerente quien, muy monetarista, resolvió dar a su novia Shaha Riza que trabaja bajo el mismo techo, un ascenso seguramente muy merecido en el Departamento de Estado al que acompañaba una remuneración suculenta que en términos bancarios corresponden a cinco dígitos mensuales y que al año forman una bonita suma de US 193 500 libres de polvo y paja, como decimos por acá, o sea libre de impuestos y otros descuentos siempre desagradables. Con esta remuneración tan bien palanqueada por su enamorado, Riza podía mirarle con desprecio, de arriba abajo, a Condolezza Rice cuya remuneración estaba bajo la de ella.


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