POBRE BANANO

Rosales, Francisco
POBRE BANANO

No hay razón para que el Estado intervenga en la fijación de precios del banano, ni en la determinación de las superficies de cultivo. Constitucionalmente existe una economía de libre mercado en la que el empresario asume los resultados de su inversión y decide la forma de manejar sus negocios. Los precios mínimos se fijan por razones políticas y en la práctica no se cumplen. Tampoco es admisible la propuesta de que se eliminen las 30 mil hectáreas que se habrían sembrado en los últimos años sin los permisos correspondientes. El empresario, agricultor incluido, tiene que vivir la economía de libre mercado y correr los riesgos que ella lleva implícitos. Es una lucha feroz en la que sobreviven los más eficientes, pero ese es el mundo real al que hay que adecuarse. Y mejor que las reglas estén claras.


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