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LA INICIATIVA YASUNÍ ITT NOS DUELE, Y MUCHO

Por: Tema(s): En: El Telégrafo 23 ago. 2013, p. 13Resumen: A quienes tuvimos la oportunidad, y el privilegio, de trabajar por la iniciativa Yasuní ITT, la firma del Decreto 74 por parte del presidente Correa, con el cual se da por terminada la propuesta de dejar el crudo bajo tierra, nos duele. Y mucho. Y nos duele, no solo porque era una propuesta revolucionaria, pionera e innovadora, sino porque revelaba una actitud ética frente a la necesidad de cuidar nuestro planeta. No solo porque significaba guardar con responsabilidad y coherencia los derechos de la naturaleza expresados en la Constitución de 2008, sino porque -además- convertía al Ecuador en líder en la lucha contra el cambio climático. Y nos duele, porque la iniciativa Yasuní ITT era quizá la única propuesta, real y efectiva, que contradecía el modelo convencional de máxima rentabilidad y crecimiento infinito impuestos por el gran capital transnacional. Ese mismo capital que imponía su fuerza en cada cumbre mundial convocada para, dizque, mitigar el cambio climático. La iniciativa, para ese gran capital transnacional, era un verdadero atentado, ya que ponía en evidencia que el mercado no es capaz -no le interesa- de resolver la tensión entre capital, trabajo y naturaleza. Y no es capaz de regular el uso de bienes públicos globales, como son los bienes ambientales.
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A quienes tuvimos la oportunidad, y el privilegio, de trabajar por la iniciativa Yasuní ITT, la firma del Decreto 74 por parte del presidente Correa, con el cual se da por terminada la propuesta de dejar el crudo bajo tierra, nos duele. Y mucho. Y nos duele, no solo porque era una propuesta revolucionaria, pionera e innovadora, sino porque revelaba una actitud ética frente a la necesidad de cuidar nuestro planeta. No solo porque significaba guardar con responsabilidad y coherencia los derechos de la naturaleza expresados en la Constitución de 2008, sino porque -además- convertía al Ecuador en líder en la lucha contra el cambio climático. Y nos duele, porque la iniciativa Yasuní ITT era quizá la única propuesta, real y efectiva, que contradecía el modelo convencional de máxima rentabilidad y crecimiento infinito impuestos por el gran capital transnacional. Ese mismo capital que imponía su fuerza en cada cumbre mundial convocada para, dizque, mitigar el cambio climático. La iniciativa, para ese gran capital transnacional, era un verdadero atentado, ya que ponía en evidencia que el mercado no es capaz -no le interesa- de resolver la tensión entre capital, trabajo y naturaleza. Y no es capaz de regular el uso de bienes públicos globales, como son los bienes ambientales.

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