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¿Por qué tanto aspaviento? Gabriela Calderón

Por: Detalles de publicación: Guayaquil El Universo 2015Descripción: p. (Tomado de la página web)Tema(s): Recursos en línea: En: El Universo (6 mar. 2015)Resumen: Muchas veces miedos irracionales se anteponen a los hechos. Es así como prácticamente todo el país está perdiendo el sueño por un oscuro indicador económico: el estatus de la balanza comercial. Se puede percibir el nerviosismo en los noticieros y periódicos. La narrativa de crisis inminente va más o menos así: “nos vamos a quedar sin dólares por la caída del precio del petróleo”. Varios columnistas, empresarios, economistas, analistas, líderes políticos –tanto del Gobierno como de oposición– han sostenido que la apreciación del dólar va a perjudicar nuestras exportaciones, y nos hablan de esto como si el país viviese única y exclusivamente de las exportaciones. Pero estos miedos son infundados y solo contribuyen a una percepción de que la dolarización hace agua, cuando lo que en realidad hace agua es la política fiscal y comercial del Gobierno. Además, si el mito de que la dolarización depende de un saldo positivo en la balanza comercial fuese cierto, estos países deberían haber experimentado una crisis o estar a punto de experimentarla. Pues resulta que los panameños no solo que no tienen una crisis, sino que han crecido a una tasa promedio entre 2005 y 2013 de 8,4%. Mientras tanto, El Salvador registró una tasa promedio de crecimiento durante el mismo periodo de 1,8% y Ecuador de 4,4%. De manera que si Panamá puede crecer a esas tasas chinas en dolarización y con déficits recurrentes en su cuenta corriente, El Salvador y Ecuador también deberían poder hacerlo. Todo esto es para recordarles que estar dolarizados no nos hace más vulnerables. Todo lo contrario, nos protege de las irresponsabilidades que suelen cometer los políticos que no respetan los límites a su poder. El populismo tradicionalmente se vale de la política monetaria para monetizar el gasto público, como ocurre hoy en Argentina, Venezuela y Rusia. La buena fortuna de los ecuatorianos es que nuestro gobierno populista ve su poder destructivo limitado por la ausencia de política monetaria.
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Muchas veces miedos irracionales se anteponen a los hechos. Es así como prácticamente todo el país está perdiendo el sueño por un oscuro indicador económico: el estatus de la balanza comercial. Se puede percibir el nerviosismo en los noticieros y periódicos. La narrativa de crisis inminente va más o menos así: “nos vamos a quedar sin dólares por la caída del precio del petróleo”. Varios columnistas, empresarios, economistas, analistas, líderes políticos –tanto del Gobierno como de oposición– han sostenido que la apreciación del dólar va a perjudicar nuestras exportaciones, y nos hablan de esto como si el país viviese única y exclusivamente de las exportaciones. Pero estos miedos son infundados y solo contribuyen a una percepción de que la dolarización hace agua, cuando lo que en realidad hace agua es la política fiscal y comercial del Gobierno. Además, si el mito de que la dolarización depende de un saldo positivo en la balanza comercial fuese cierto, estos países deberían haber experimentado una crisis o estar a punto de experimentarla. Pues resulta que los panameños no solo que no tienen una crisis, sino que han crecido a una tasa promedio entre 2005 y 2013 de 8,4%. Mientras tanto, El Salvador registró una tasa promedio de crecimiento durante el mismo periodo de 1,8% y Ecuador de 4,4%. De manera que si Panamá puede crecer a esas tasas chinas en dolarización y con déficits recurrentes en su cuenta corriente, El Salvador y Ecuador también deberían poder hacerlo. Todo esto es para recordarles que estar dolarizados no nos hace más vulnerables. Todo lo contrario, nos protege de las irresponsabilidades que suelen cometer los políticos que no respetan los límites a su poder. El populismo tradicionalmente se vale de la política monetaria para monetizar el gasto público, como ocurre hoy en Argentina, Venezuela y Rusia. La buena fortuna de los ecuatorianos es que nuestro gobierno populista ve su poder destructivo limitado por la ausencia de política monetaria.

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