Imagen de Google Jackets

Testimonio sobre la dolarización Eduardo Peña Triviño

Por: Detalles de publicación: Guayaquil El Universo 2015Descripción: p. 8Tema(s): Recursos en línea: En: El Universo Año 95 N°014 (29 sep. 2015)Resumen: Escribo para los jóvenes que no tienen vivencias de cómo era nuestro país antes de la dolarización. Recuerdo las constantes devaluaciones y los incrementos en los costos de las subsistencias y de todas las cosas. Muchos negocios subían semanalmente los precios y, al final del siglo pasado, casi pasando un día. Era conmovedor ver a los empleados formar filas frente a las casas de cambio para comprar dos o tres dólares y ahorrar un poco. Todo el mundo quería dólares y empujaba la demanda. Durante el año 1999, el dólar costaba en enero 7.009,20; en junio, 10.889,30; en octubre, 15.620,10; en diciembre, 18.120. En enero de 2000 trepó a 25.798. Ya no escribíamos centavos. Se conjugaron la mala política, la desconfianza en el Gobierno, los rumores sobre el sistema crediticio; la crisis desembocó en el cierre bancario. La quiebra de algunos bancos casi destrozó el sistema económico ecuatoriano. Nadie confiaba en la moneda soberana. Como siempre, los más pobres sufrieron más. La facultad de devaluar la moneda que reclama el actual presidente, creando una moneda propia, debe tomar en cuenta las realidades históricas del pasado reciente. Nadie quiere retornar al pasado. La economía no es una ciencia como son las naturales, porque no puede anticipar el porvenir con la certeza propia de las ciencias exactas. Los gobiernos no pueden controlar el mercado porque en el fondo está la libertad del ser humano que no se deja maniatar y siempre encuentra un resquicio por donde escapar. En nuestro país hay personas sabias que dominan los principios de las disciplinas económicas. Algunos publican acertados comentarios y sugerencias. Dialogar con ellos no le haría ningún daño al Gobierno. La sabiduría no es soberbia. ¡No a la reelección!
Etiquetas de esta biblioteca: No hay etiquetas de esta biblioteca para este título. Ingresar para agregar etiquetas.
Valoración
    Valoración media: 0.0 (0 votos)
No hay ítems correspondientes a este registro

Escribo para los jóvenes que no tienen vivencias de cómo era nuestro país antes de la dolarización. Recuerdo las constantes devaluaciones y los incrementos en los costos de las subsistencias y de todas las cosas. Muchos negocios subían semanalmente los precios y, al final del siglo pasado, casi pasando un día. Era conmovedor ver a los empleados formar filas frente a las casas de cambio para comprar dos o tres dólares y ahorrar un poco. Todo el mundo quería dólares y empujaba la demanda. Durante el año 1999, el dólar costaba en enero 7.009,20; en junio, 10.889,30; en octubre, 15.620,10; en diciembre, 18.120. En enero de 2000 trepó a 25.798. Ya no escribíamos centavos. Se conjugaron la mala política, la desconfianza en el Gobierno, los rumores sobre el sistema crediticio; la crisis desembocó en el cierre bancario. La quiebra de algunos bancos casi destrozó el sistema económico ecuatoriano. Nadie confiaba en la moneda soberana. Como siempre, los más pobres sufrieron más. La facultad de devaluar la moneda que reclama el actual presidente, creando una moneda propia, debe tomar en cuenta las realidades históricas del pasado reciente. Nadie quiere retornar al pasado. La economía no es una ciencia como son las naturales, porque no puede anticipar el porvenir con la certeza propia de las ciencias exactas. Los gobiernos no pueden controlar el mercado porque en el fondo está la libertad del ser humano que no se deja maniatar y siempre encuentra un resquicio por donde escapar. En nuestro país hay personas sabias que dominan los principios de las disciplinas económicas. Algunos publican acertados comentarios y sugerencias. Dialogar con ellos no le haría ningún daño al Gobierno. La sabiduría no es soberbia. ¡No a la reelección!

No hay comentarios en este titulo.

para colocar un comentario.