LA TRAGEDIA GRIEGA SE CONVIERTE EN ODISEA

Un año atrás, Europa se debatía en un grave dilema con la crisis de la economía griega, reflejo de irresponsabilidad fiscal por demasiado tiempo. Para evitar ataques a su moneda o problemas en su sistema financiero, Europa decidió prestar 110 mil millones de euros a Grecia y crear un fondo europeo por 750 mil millones de euros para que países con problemas puedan renovar sus deudas. Con esos montos sin precedentes y colosales se solucionaba la urgencia, pero no el fondo del problema. Había que diseñar una solución que permita (y también fuerce) a Grecia a reducir sus desequilibrios fiscales. Pero el ajuste de cinturón está funcionando medio mal y lento: Grecia alcanzo un déficit fiscal de 10.5 por ciento del PIB frente a una meta de 8.1 por ciento. El problema es romper un círculo vicioso en el que juegan varios factores. Con su pasado poco responsable, es indudable que Grecia necesita gastar menos y recaudar más, pero apretar el cinturón frena la recuperación económica y hace dudar a los mercados de la capacidad del país para lograr una salida políticamente viable sin tener que reestructurar su deuda.