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REDISTRIBUIR LA RIQUEZA

Por: Tema(s): En: Dinero, Diario de Negocios 15 Dic. 2010, p. 2Resumen: En el documento Panorama Social de América Latina, recientemente publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que pertenece a las Naciones Unidas, se presentan datos muy interesantes sobre la distribución de la riqueza y los niveles de pobreza en nuestra región. Para el Ecuador, por ejemplo, el indicador Gini, que mide la concentración de la riqueza, nos dice que el ingreso se ha concentrado desde el año 2007 aún más en los ricos y que el nivel de pobreza ha aumentado, siendo en 2009 en 40,20 por ciento de los ecuatorianos considerados como pobres. Indicadores muy negativos si consideramos sobre todo que se proclama desde el Gobierno que, aunque el Ecuador crezca a uno de los niveles más bajos de América Latina, al menos se estaba redistribuyendo la riqueza y que los niveles de desigualdad serían menores, cosa que resulta totalmente falso en base a los últimos indicadores, al menos en lo que respecta a la redistribución. Al revisar otros datos, vemos, por ejemplo, que los afiliados al IESS han disminuido de 1 807 000 que existían en septiembre de 2010 a 1 772 000, en diciembre del 2010, y si lo comparamos con la población en edad de trabajar, 6 685 000, resulta que el 72 por ciento de los trabajadores del país no tiene esa cobertura y que las cifras de subempleo y desempleo en el país serían mucho más dramáticas que las que se distribuyen oficialmente, y esto, a pesar que se han introducido 100 mil burócratas más al Gobierno. Talvez si analizamos todos estos números en conjunto, podamos concluir que el fuerte incremento del gasto público, unido a subsidios y programas asistencialistas, no ayuda a reducir la pobreza ni a mejorar la distribución de la riqueza y que la única política social que realmente resulta es la de generar altos niveles de inversión y de demanda de trabajo productivo que permitan a los ecuatorianos mantener dignamente a sus familias con ingresos que les proporcionen educación, salud, alimentación y vivienda y sin esperar la "benevolencia" de un Estado populista y supuestamente benefactor.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Dinero, Diario de Negocios. 15 Dic. 2010, p. 2 Disponible

En el documento Panorama Social de América Latina, recientemente publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que pertenece a las Naciones Unidas, se presentan datos muy interesantes sobre la distribución de la riqueza y los niveles de pobreza en nuestra región. Para el Ecuador, por ejemplo, el indicador Gini, que mide la concentración de la riqueza, nos dice que el ingreso se ha concentrado desde el año 2007 aún más en los ricos y que el nivel de pobreza ha aumentado, siendo en 2009 en 40,20 por ciento de los ecuatorianos considerados como pobres. Indicadores muy negativos si consideramos sobre todo que se proclama desde el Gobierno que, aunque el Ecuador crezca a uno de los niveles más bajos de América Latina, al menos se estaba redistribuyendo la riqueza y que los niveles de desigualdad serían menores, cosa que resulta totalmente falso en base a los últimos indicadores, al menos en lo que respecta a la redistribución. Al revisar otros datos, vemos, por ejemplo, que los afiliados al IESS han disminuido de 1 807 000 que existían en septiembre de 2010 a 1 772 000, en diciembre del 2010, y si lo comparamos con la población en edad de trabajar, 6 685 000, resulta que el 72 por ciento de los trabajadores del país no tiene esa cobertura y que las cifras de subempleo y desempleo en el país serían mucho más dramáticas que las que se distribuyen oficialmente, y esto, a pesar que se han introducido 100 mil burócratas más al Gobierno. Talvez si analizamos todos estos números en conjunto, podamos concluir que el fuerte incremento del gasto público, unido a subsidios y programas asistencialistas, no ayuda a reducir la pobreza ni a mejorar la distribución de la riqueza y que la única política social que realmente resulta es la de generar altos niveles de inversión y de demanda de trabajo productivo que permitan a los ecuatorianos mantener dignamente a sus familias con ingresos que les proporcionen educación, salud, alimentación y vivienda y sin esperar la "benevolencia" de un Estado populista y supuestamente benefactor.

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