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¿PERDIMOS EL TREN?

Por: Tema(s): En: El Comercio 27 ene. 2009, p. 10Resumen: El presidente Correa, dispuesto a abrir el país a la gran minería, envió al 'Congresillo' un proyecto de ley. Los activistas antiminería han tomado medidas de hecho. De esta manera se ha podido evidenciar que si bien los opuestos a la minería tienen capacidad de movilización, son pocos. Los Andes son muy ricos en yacimientos metálicos, y todos menos el Ecuador las han desarrollado. El Ecuador es una excepción. Pero el panorama cambió cuando los satélites permitieron detectar la geología bajo la capa vegetal; el presidente Noboa y su ministro Pablo Terán impulsaron una ley que permitió la apertura. La exploración se inició, y a poco los precios de los metales se dispararon, elevando el valor de los yacimientos descubiertos a la misma orden de magnitud que los petroleros. Correa no está dispuesto a sacrificar los ingentes ingresos mineros potenciales, y eso causa fricción con sus seguidores. Sus asambleístas aprueban un mandato antiminería, con el que esta industria pasa al congelador. Luego redactan una nueva Constitución en la cual la naturaleza es la suprema deidad, y la minería una profanación. Ahora el Presidente de la República envía al 'Congresillo' -cuyos integrantes como asambleístas aprobaron el mandato antiminas- un proyecto que permita la minería. Ese proyecto de ley ya de suyo es duro para las mineras, menos atractivo que las leyes vigentes en Perú y Colombia. El Presidente tendrá su ley, los activistas se sentirán derrotados, pero a la fiesta de apertura minera pocos vendrán: quizá las dos o tres con yacimientos listos para la explotación. Los activistas habrán logrado hacer abortar al 'boom' minero.
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El presidente Correa, dispuesto a abrir el país a la gran minería, envió al 'Congresillo' un proyecto de ley. Los activistas antiminería han tomado medidas de hecho. De esta manera se ha podido evidenciar que si bien los opuestos a la minería tienen capacidad de movilización, son pocos. Los Andes son muy ricos en yacimientos metálicos, y todos menos el Ecuador las han desarrollado. El Ecuador es una excepción. Pero el panorama cambió cuando los satélites permitieron detectar la geología bajo la capa vegetal; el presidente Noboa y su ministro Pablo Terán impulsaron una ley que permitió la apertura. La exploración se inició, y a poco los precios de los metales se dispararon, elevando el valor de los yacimientos descubiertos a la misma orden de magnitud que los petroleros. Correa no está dispuesto a sacrificar los ingentes ingresos mineros potenciales, y eso causa fricción con sus seguidores. Sus asambleístas aprueban un mandato antiminería, con el que esta industria pasa al congelador. Luego redactan una nueva Constitución en la cual la naturaleza es la suprema deidad, y la minería una profanación. Ahora el Presidente de la República envía al 'Congresillo' -cuyos integrantes como asambleístas aprobaron el mandato antiminas- un proyecto que permita la minería. Ese proyecto de ley ya de suyo es duro para las mineras, menos atractivo que las leyes vigentes en Perú y Colombia. El Presidente tendrá su ley, los activistas se sentirán derrotados, pero a la fiesta de apertura minera pocos vendrán: quizá las dos o tres con yacimientos listos para la explotación. Los activistas habrán logrado hacer abortar al 'boom' minero.

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