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TIEMPOS DUROS

Por: Tema(s): En: El Comercio 26 dic. 2008, p. 10Resumen: El Gobierno ahora acepta que hay una crisis y que vendrán días difíciles. Ojalá tome conciencia y cambie el rumbo de sus decisiones económicas. Se lo dijo hace más de seis meses. Perdón, rectifico. Se lo viene advirtiendo al país y a los gobiernos de turno desde el año 2002. Y si queremos ser más claros, esto que hoy nos agobia ya se lo conoce desde antes de la era cristiana. Solo hay que volver a leer La Biblia. Los tiempos duros no son algo que cayó del cielo como un balde de agua helada. Eran previsibles. Sin embargo, a pesar de todo lo que se ha descaminado todavía hay tiempo de rectificación. Lo que se necesita es entrar en la etapa de enmienda para llegar a la de acciones. Eso significa botar dogmatismos, reconocer errores, aunar esfuerzos. Admitir, por ejemplo, que nos van a faltar algunos miles de millones de dólares y que por eso se debe enmendar las relaciones con las instituciones internacionales para cubrir esta brecha que pone en jaque el funcionamiento de la economía el próximo año. Saber que las soluciones caminan por otro sendero. Se dirá que el honor no tiene precio. Y eso es verdad. Pero aquí no está en juego aquello sino el bienestar de todos los ecuatorianos. Ya no tenemos fondos de estabilización porque nos comimos los ahorros y la caja fiscal tiene problemas. Ahora perdemos fuentes de financiamiento internacionales por la moratoria de la deuda y encima vamos a reducir la producción petrolera, para que a lo mejor (?) otros ganen.
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El Gobierno ahora acepta que hay una crisis y que vendrán días difíciles. Ojalá tome conciencia y cambie el rumbo de sus decisiones económicas. Se lo dijo hace más de seis meses. Perdón, rectifico. Se lo viene advirtiendo al país y a los gobiernos de turno desde el año 2002. Y si queremos ser más claros, esto que hoy nos agobia ya se lo conoce desde antes de la era cristiana. Solo hay que volver a leer La Biblia. Los tiempos duros no son algo que cayó del cielo como un balde de agua helada. Eran previsibles. Sin embargo, a pesar de todo lo que se ha descaminado todavía hay tiempo de rectificación. Lo que se necesita es entrar en la etapa de enmienda para llegar a la de acciones. Eso significa botar dogmatismos, reconocer errores, aunar esfuerzos. Admitir, por ejemplo, que nos van a faltar algunos miles de millones de dólares y que por eso se debe enmendar las relaciones con las instituciones internacionales para cubrir esta brecha que pone en jaque el funcionamiento de la economía el próximo año. Saber que las soluciones caminan por otro sendero. Se dirá que el honor no tiene precio. Y eso es verdad. Pero aquí no está en juego aquello sino el bienestar de todos los ecuatorianos. Ya no tenemos fondos de estabilización porque nos comimos los ahorros y la caja fiscal tiene problemas. Ahora perdemos fuentes de financiamiento internacionales por la moratoria de la deuda y encima vamos a reducir la producción petrolera, para que a lo mejor (?) otros ganen.

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