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BANCA Y DESARROLLO

Por: Tema(s): En: Hoy 14 mayo. 2007, p. A. 4Resumen: Vilipendiando a los banqueros sin que nadie le riposte, el presidente Correa parece dispuesto a cumplir el ultimátum que dio al sistema financiero para que en una semana bajen tasas de interés y las suculentas comisiones y más recargos que perciben. Y el esmirriado superintendente de Bancos, quien, según su proponente, es un perfecto inútil, muestra una debilidad política tal, que la labor de la Junta Bancaria -boicot incluido- pasa casi desapercibida. Y su autonomía, por los suelos. Es que la insaciable codicia de ciertos banqueros impidió que el Ecuador modernice en el momento oportuno, controles y regulaciones estatales para asegurar un sano equilibrio, entre las justas aspiraciones del capital, de ganar sin explotar a nadie, y el interés público encarnado en ahorristas, cuenta correntistas e inversionistas que acuden al sistema para colocar o demandar dinero, según el caso, amén de innumerables servicios que la banca presta. El Gobierno, siguiendo el breviario estatista y en la búsqueda de implantar controles exagerados, ahora arremete contra la banca no para corregir desmesuras que permiten excesivos lucros, sino para tratar de liquidarla. Así, el remedio resulta peor que la enfermedad. La organización económica del Ecuador dolarizado responde a principios de eficiencia bajo el sistema social de mercado para propender -bajo la adecuada regulación del Estado- al mejoramiento y progreso integral de los ecuatorianos. Lejos de fundamentalismos ideológicos, resentimientos sociales o traumas políticos, miremos la labor de Michelle Bachellet, pragmática por excelencia, que siendo políticamente socialista privilegia el mercado en la búsqueda del creciente bienestar para los chilenos. Esa es la receta y no este remedo de socialismo que nos asfixiará.
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Vilipendiando a los banqueros sin que nadie le riposte, el presidente Correa parece dispuesto a cumplir el ultimátum que dio al sistema financiero para que en una semana bajen tasas de interés y las suculentas comisiones y más recargos que perciben. Y el esmirriado superintendente de Bancos, quien, según su proponente, es un perfecto inútil, muestra una debilidad política tal, que la labor de la Junta Bancaria -boicot incluido- pasa casi desapercibida. Y su autonomía, por los suelos. Es que la insaciable codicia de ciertos banqueros impidió que el Ecuador modernice en el momento oportuno, controles y regulaciones estatales para asegurar un sano equilibrio, entre las justas aspiraciones del capital, de ganar sin explotar a nadie, y el interés público encarnado en ahorristas, cuenta correntistas e inversionistas que acuden al sistema para colocar o demandar dinero, según el caso, amén de innumerables servicios que la banca presta. El Gobierno, siguiendo el breviario estatista y en la búsqueda de implantar controles exagerados, ahora arremete contra la banca no para corregir desmesuras que permiten excesivos lucros, sino para tratar de liquidarla. Así, el remedio resulta peor que la enfermedad. La organización económica del Ecuador dolarizado responde a principios de eficiencia bajo el sistema social de mercado para propender -bajo la adecuada regulación del Estado- al mejoramiento y progreso integral de los ecuatorianos. Lejos de fundamentalismos ideológicos, resentimientos sociales o traumas políticos, miremos la labor de Michelle Bachellet, pragmática por excelencia, que siendo políticamente socialista privilegia el mercado en la búsqueda del creciente bienestar para los chilenos. Esa es la receta y no este remedo de socialismo que nos asfixiará.

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