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NO TODO LO QUE BRILLA

Por: Tema(s): En: El Comercio 25 mar. 2005, p. A. 4Resumen: Algunos indicadores macroeconómicos del 2004 demuestran resultados sólidos que conviven con otros poco halagüeños, y unos terceros que a simple vista lucen espectaculares pero que pueden ser inconvenientes. Me explico. Entre los primeros podemos citar al PIB que arrojó un crecimiento del 6 por ciento así como aquel que mide sólo la evolución de las actividades no petroleras con su 3 por ciento de expansión. La inflación con su 1,9 por ciento es otro ejemplo positivo, así como el superávit global del sector externo de 288 millones de dólares, aunque aquí el crecimiento de las importaciones del 20 por ciento es desmesurado e insostenible. La recuperación del sistema financiero, el mantenimiento de un superávit total del 2,5 por ciento del PIB en las finanzas públicas y la estabilidad salarial que se aprecia por su mejoría en la capacidad de compra frente a los 75 productos vitales de la canasta familiar, completan esta lista de indicadores robustos. Dentro del grupo de los índices mediocres o controversiales tenemos la presencia del desempleo urbano que con su 10 por ciento señala un aumento de 270 000 nuevos desocupados, aunque por otra parte la estructura entre el subempleo y empleo formal ha mejorado. La distribución del ingreso es un poquito menos injusta aunque sigue siendo un escarnio nacional. Los resultados espectaculares se aprecian en el crédito interno al sector privado cuya expansión del 22 por ciento se complementa con lo sucedido en los depósitos que crecieron al 24 por ciento anual. Las importaciones se suman a este bloque y en alguna medida responden a esa enorme expansión monetaria. Aquí la pregunta obvia es: ¿Estos resultados son compatibles con los anteriores? ¿La economía no petrolera crece al 3 por ciento, la inflación al 1,9 por ciento y la monetaria al 24 por ciento? O acaso estamos frente a una situación, que si bien luce por el momento muy motivante, puede ocasionar daños futuros de singular valor. Alguien pudiera decir que el crecimiento de los indicadores financieros refleja la recuperación de la credibilidad y que se retoma.
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Algunos indicadores macroeconómicos del 2004 demuestran resultados sólidos que conviven con otros poco halagüeños, y unos terceros que a simple vista lucen espectaculares pero que pueden ser inconvenientes. Me explico. Entre los primeros podemos citar al PIB que arrojó un crecimiento del 6 por ciento así como aquel que mide sólo la evolución de las actividades no petroleras con su 3 por ciento de expansión. La inflación con su 1,9 por ciento es otro ejemplo positivo, así como el superávit global del sector externo de 288 millones de dólares, aunque aquí el crecimiento de las importaciones del 20 por ciento es desmesurado e insostenible. La recuperación del sistema financiero, el mantenimiento de un superávit total del 2,5 por ciento del PIB en las finanzas públicas y la estabilidad salarial que se aprecia por su mejoría en la capacidad de compra frente a los 75 productos vitales de la canasta familiar, completan esta lista de indicadores robustos. Dentro del grupo de los índices mediocres o controversiales tenemos la presencia del desempleo urbano que con su 10 por ciento señala un aumento de 270 000 nuevos desocupados, aunque por otra parte la estructura entre el subempleo y empleo formal ha mejorado. La distribución del ingreso es un poquito menos injusta aunque sigue siendo un escarnio nacional. Los resultados espectaculares se aprecian en el crédito interno al sector privado cuya expansión del 22 por ciento se complementa con lo sucedido en los depósitos que crecieron al 24 por ciento anual. Las importaciones se suman a este bloque y en alguna medida responden a esa enorme expansión monetaria. Aquí la pregunta obvia es: ¿Estos resultados son compatibles con los anteriores? ¿La economía no petrolera crece al 3 por ciento, la inflación al 1,9 por ciento y la monetaria al 24 por ciento? O acaso estamos frente a una situación, que si bien luce por el momento muy motivante, puede ocasionar daños futuros de singular valor. Alguien pudiera decir que el crecimiento de los indicadores financieros refleja la recuperación de la credibilidad y que se retoma.

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