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LA DEVALUACION DEL DOLAR

Por: Tema(s): En: El Comercio 12 jun. 2001, p. A.4Resumen: El día 8 del mes de junio del año de gracia (?) 2001, expiró el plazo de vida que le restaba a nuestra moneda nacional para que pudiera servir, como lo hizo por tantos años, como instrumento de valor para nuestras transacciones. Hemos quedado ya, en forma exclusiva, con el dólar de EE.UU. como patrón monetario. Adaptarnos al empleo de una moneda extranjera, que en todas partes circula como si fuera la propia, pero sin haber renunciado a ésta, nos ha resultado, en la práctica, ruinoso. La inflación nos abate cada vez con mayor fuerza. Quienes creyeron, a pie juntillas, en que la dolarización detendría el alza de los precios, ahora ya no creen en nada. Los viejos seguimos calculando mentalmente en los equivalentes en dólares, y nos vamos dando cuenta, diariamente, de que, cuando la moneda norteamericana entra al país, se enferma de gravedad con una anemia que le resta fuerza, es decir, capacidad de compra. En el exterior conserva su lozanía y es por su vigor constante, moneda clave del comercio internacional, pero aquí, en Ecuador, se debilita y derrite ostensiblemente. Padece, cosa al parecer asombrosa, una humillante devaluación. Nos desenvolvemos, agónicamente, con un dólar que va perdiendo, a pasos agigantados, su poder de compra en nuestro quehacer cotidiano.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO El Comercio. 12 jun. 2001, p. A.4 Disponible

El día 8 del mes de junio del año de gracia (?) 2001, expiró el plazo de vida que le restaba a nuestra moneda nacional para que pudiera servir, como lo hizo por tantos años, como instrumento de valor para nuestras transacciones. Hemos quedado ya, en forma exclusiva, con el dólar de EE.UU. como patrón monetario. Adaptarnos al empleo de una moneda extranjera, que en todas partes circula como si fuera la propia, pero sin haber renunciado a ésta, nos ha resultado, en la práctica, ruinoso. La inflación nos abate cada vez con mayor fuerza. Quienes creyeron, a pie juntillas, en que la dolarización detendría el alza de los precios, ahora ya no creen en nada. Los viejos seguimos calculando mentalmente en los equivalentes en dólares, y nos vamos dando cuenta, diariamente, de que, cuando la moneda norteamericana entra al país, se enferma de gravedad con una anemia que le resta fuerza, es decir, capacidad de compra. En el exterior conserva su lozanía y es por su vigor constante, moneda clave del comercio internacional, pero aquí, en Ecuador, se debilita y derrite ostensiblemente. Padece, cosa al parecer asombrosa, una humillante devaluación. Nos desenvolvemos, agónicamente, con un dólar que va perdiendo, a pasos agigantados, su poder de compra en nuestro quehacer cotidiano.

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