EL PELIGROSO OPTIMISMO OFICIAL

Es necesario analizar el esfuerzo que ha requerido el programa económico, en especial el control de la inflación. La gran restricción del gasto público y la adopción de medidas traumáticas como la subida de los precios de los combustibles, se ha justificado con una reducción de seis puntos en la tasa de inflación. Algo está fallando cuando el resultado es tan magro. La renegociación de la deuda no es buena ni mala en sí; pero es poco probable que el crecimiento económico llegue a los niveles que se requieren para poder cubrir los pagos. Los capitales extranjeros que han ingresado al país han sido capitales especulativos. El crédito que se presume existe a disposición del público se orienta al consumo y no a actividades productivas. El diferencial entre las tasas activas y pasivas y la descapitalización que sufre el pequeño ahorrista son problemas serios que explotarán algún día. El crecimiento del 46 por ciento en las importaciones, frente a un crecimiento del 10 por ciento en las exportaciones, es preocupante. Lo serio y responsable es hacer un análisis global de la situación y no sólo de lo positivo.