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La economía como no política Werner Vásquez von Schoettler

Por: Detalles de publicación: Guayaquil El Telégrafo 2015Descripción: p. 12Tema(s): Recursos en línea: En: El Telégrafo N° 47.671 (2 nov. 2015)Resumen: El debate del pasado 28 de octubre deja abiertos muchos temas a discutir pero, quizás, uno de los más importantes es el del sentido mismo de la economía como ciencia social. Para algunos, este tema es irrelevante en medida en que se quiere reducir toda la discusión a que si hay o no crisis económica; si hay plata o no hay plata. Ese reduccionismo es típico de formas oportunistas de pensar y vivir la economía. Por ejemplo, si hay un auge económico todos piden dinero, piden descentralización, desconcentración del Estado, autonomías a la carta, etc., pero cuando hay desaceleración económica, todos quieren que el Estado central se haga cargo de todo, y lo peor es que con un moralismo desatado buscan culpables en el modelo implementado. Se llega al absurdo de creer que este es el problema y que nada tiene que ver la caída del precio del barril del petróleo, la revalorización del dólar, la caída de los precios de las materias primas, la devaluación de las monedas de los países vecinos; nada externo tiene que ver, dicen. Esa ceguera está atravesada por una ideologización de la economía, no solo como ciencia social, sino como práctica humana. El gran economista J.K. Galbraith (1972), afirma: “La capacidad para sostener creencias erróneas es muy grande, especialmente cuando ello coincide con la conveniencia”. Y la conveniencia del neoliberalismo es tal que reproduce una serie de creencias erróneas, por ejemplo, aquello del ahorro y de la inversión. Que quede claro: la economía no es una ciencia neutral. La economía es economía política y el neoliberalismo no es ciencia, sino pura ideología oportunista.
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El debate del pasado 28 de octubre deja abiertos muchos temas a discutir pero, quizás, uno de los más importantes es el del sentido mismo de la economía como ciencia social. Para algunos, este tema es irrelevante en medida en que se quiere reducir toda la discusión a que si hay o no crisis económica; si hay plata o no hay plata. Ese reduccionismo es típico de formas oportunistas de pensar y vivir la economía. Por ejemplo, si hay un auge económico todos piden dinero, piden descentralización, desconcentración del Estado, autonomías a la carta, etc., pero cuando hay desaceleración económica, todos quieren que el Estado central se haga cargo de todo, y lo peor es que con un moralismo desatado buscan culpables en el modelo implementado. Se llega al absurdo de creer que este es el problema y que nada tiene que ver la caída del precio del barril del petróleo, la revalorización del dólar, la caída de los precios de las materias primas, la devaluación de las monedas de los países vecinos; nada externo tiene que ver, dicen. Esa ceguera está atravesada por una ideologización de la economía, no solo como ciencia social, sino como práctica humana. El gran economista J.K. Galbraith (1972), afirma: “La capacidad para sostener creencias erróneas es muy grande, especialmente cuando ello coincide con la conveniencia”. Y la conveniencia del neoliberalismo es tal que reproduce una serie de creencias erróneas, por ejemplo, aquello del ahorro y de la inversión. Que quede claro: la economía no es una ciencia neutral. La economía es economía política y el neoliberalismo no es ciencia, sino pura ideología oportunista.

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