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¿REALISMO O ESPEJISMO?

Por: Tema(s): En: Hoy 5 jul. 2004, p. A. 4Resumen: El presidente renunció a gobernar -como sostiene Thalía Flores- cuando firmó la Carta de Intención con el FMI a poco de asumir el poder. La carta no era producto de una negociación, sino el resultado de una imposición. Uno de esos "compromisos" se refiere a la imposibilidad de mejorar las prestaciones del Seguro si no están debidamente financiadas. La Ley de Seguridad Social en su artículo 233, dice: "No se creará prestación alguna ni se mejorarán las existentes a cargo del seguro social obligatorio aplicado por el IESS, si no se encontraren debidamente financiadas y respaldadas en los resultados de estudios actuariales que demuestren su solvencia y su sostenibilidad". En casi tres años de vigencia de dicha ley, el IESS no ha sido capaz de cumplir con esta obligación que incluso dimana del artículo 59 de la Constitución Política que prohíbe mejorar las prestaciones si no están "debidamente financiadas según estudios actuariales". No podemos seguir viviendo de espejismos. Estamos en una encrucijada y el Gobierno recién empieza a cosechar lo que sembró. ¿Qué le quedaba al Congreso ante la creciente presión social? Que las prestaciones del seguro en jubilación son misérrimas y no han mejorado como otras prestaciones pese a la vigencia de la nueva ley; que sigue siendo una utopía el sistema mixto de pensiones; que no funciona el principio de libertad de elección del afiliado previsto en la nueva ley, en sustitución del seguro de cesantía general, que no se aplica por las trabas y vericuetos burocráticos que impiden su plena vigencia, son verdades insoslayables. Sería necio desconocer que las pensiones jubilares son en algunos casos insignificantes, y que obligan a sus beneficiarios a padecer humillaciones incompatibles con el nivel y calidad de vida digna que garantiza la Constitución. Los aportes patronal y personal al sistema de seguridad social son de los más altos de América Latina y, sin embargo, la atención que se le brinda al afiliado es pésima por que prevalece el monopolio del IESS pese a que la ley consagró la vigencia del sistema mixto para fomentar la competencia. Los aportes son parte de los costos de producción de las empresas y, por ende, luce contraproducente que a las puertas de una negociación crucial como la del TLC con EEUU, el poder público en vez de racionalizar las condiciones de competitividad, imponga mayores contribuciones que impedirán mejorar la productividad. Vivamos la realidad y no sigamos apelando al espejismo que nos tiene como el cangrejo. El reajuste de las pensiones jubilares es pan para hoy y hambre para mañana. ¿O queremos más impuestos?.
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El presidente renunció a gobernar -como sostiene Thalía Flores- cuando firmó la Carta de Intención con el FMI a poco de asumir el poder. La carta no era producto de una negociación, sino el resultado de una imposición. Uno de esos "compromisos" se refiere a la imposibilidad de mejorar las prestaciones del Seguro si no están debidamente financiadas. La Ley de Seguridad Social en su artículo 233, dice: "No se creará prestación alguna ni se mejorarán las existentes a cargo del seguro social obligatorio aplicado por el IESS, si no se encontraren debidamente financiadas y respaldadas en los resultados de estudios actuariales que demuestren su solvencia y su sostenibilidad". En casi tres años de vigencia de dicha ley, el IESS no ha sido capaz de cumplir con esta obligación que incluso dimana del artículo 59 de la Constitución Política que prohíbe mejorar las prestaciones si no están "debidamente financiadas según estudios actuariales". No podemos seguir viviendo de espejismos. Estamos en una encrucijada y el Gobierno recién empieza a cosechar lo que sembró. ¿Qué le quedaba al Congreso ante la creciente presión social? Que las prestaciones del seguro en jubilación son misérrimas y no han mejorado como otras prestaciones pese a la vigencia de la nueva ley; que sigue siendo una utopía el sistema mixto de pensiones; que no funciona el principio de libertad de elección del afiliado previsto en la nueva ley, en sustitución del seguro de cesantía general, que no se aplica por las trabas y vericuetos burocráticos que impiden su plena vigencia, son verdades insoslayables. Sería necio desconocer que las pensiones jubilares son en algunos casos insignificantes, y que obligan a sus beneficiarios a padecer humillaciones incompatibles con el nivel y calidad de vida digna que garantiza la Constitución. Los aportes patronal y personal al sistema de seguridad social son de los más altos de América Latina y, sin embargo, la atención que se le brinda al afiliado es pésima por que prevalece el monopolio del IESS pese a que la ley consagró la vigencia del sistema mixto para fomentar la competencia. Los aportes son parte de los costos de producción de las empresas y, por ende, luce contraproducente que a las puertas de una negociación crucial como la del TLC con EEUU, el poder público en vez de racionalizar las condiciones de competitividad, imponga mayores contribuciones que impedirán mejorar la productividad. Vivamos la realidad y no sigamos apelando al espejismo que nos tiene como el cangrejo. El reajuste de las pensiones jubilares es pan para hoy y hambre para mañana. ¿O queremos más impuestos?.

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