EL PRESUPUESTO NACIONAL

La sostenibilidad fiscal es el elemento más importante de la salud económica de un país sin soberanía monetaria. El ordenamiento presupuestario confiere certidumbre a un programa económico anual, siempre que la ejecución sea transparente y sin artimañas ni subterfugios, de modo que tan importante es la aprobación de una proforma equilibrada como la aplicación correcta. Ya se ha demostrado. Más que la discusión sobre la partida tal o cual, lo que interesa al país es cómo potenciar los tributos para financiar la expansión del gasto. Hay sectores que sí pueden aumentar sus ingresos y otros no. Si suben los precios internacionales de nuestros productos exportables este sector podrá aportar más que si no suben. El gasto público, por su parte, puede aumentar la demanda de insumos, del factor trabajo y los salarios. Si no suben los precios de las exportaciones, subirán entonces los costos nacionales que no podrán ser trasladados a los consumidores extranjeros, como ya está sucediendo respecto de nuestra competitividad fronteriza. La entrada fuerte de dólares, petroleros o no, estaría ya produciendo la llamada "enfermedad holandesa", que afecta mucho al poder de compra de la gente que gana poco, mientras que le es indiferente a la poca gente que gana bastante. Pero la clave de todo es el crecimiento, que disminuye la necesidad de endeudarse para seguir viviendo. Así, bajará la presión sobre la tasa de interés, creándose un círculo virtuoso tan necesario para el Ecuador de hoy. El énfasis en el gasto social está bien, pero lo más importante es mejorar la eficiencia de ese gasto, en términos de crear condiciones para el progreso humano auténtico y no solo asistencialista y piadoso. Estimar a 18 dólares el barril de petróleo es prudente y no gastar mucho si los ingresos son superiores a las previsiones es una buena política anticíclica, para evitar la tendencia natural a aumentar los precios de los insumos no transables.