SUMISION

Desde el punto de vista pragmático, lo mejor es que el FMI sea el Ministro de Finanzas, me decía un ex presidente de la República. Sustentaba su concepto en que la debilidad política de los gobiernos y las presiones para atender necesidades insatisfechas, más la inclinación por el populismo, hacían casi imposible mantener la disciplina fiscal sin la vigilancia estricta del organismo internacional. A la luz de las actuales circunstancias, la pregunta que surge es: ¿Será capaz el Gobierno del presidente Gutiérrez de mantener por sí mismo una férrea disciplina fiscal, dejar de lado presiones para aumento del ineficiente gasto público en la incrementada burocracia, e intocadas empresas estatales y trazar un programa económico propio? ¿O tendrá que resignarse a ceder el manejo de la economía a los burócratas de Washington que llegaron a la audacia de utilizar al Ecuador como conejillo de indias cuando recomendaron al gobierno de Mahuad el no pago (default) de los bonos Brady? La proforma presupuestaria para 2004 será la respuesta inequívoca.