RELATIVIZAR LA TEORIA ECONOMICA

William Vicrey, Premio Nobel de Economía 1996, reconoció que su aporte "tiene una mínima significación para el bienestar humano". John Cassidy en una artículo denominado "The Decline of Economics" recoge este testimonio para justificar el desdén y escepticismo con que muchos sectores no académicos en Estados Unidos miran la evolución de las ciencias económicas en las últimas décadas. El punto central de su crítica es que la progresiva sofisticación matemática de la profesión la ha alejado de la realidad, divorciándola de los temas que son preocupación general de la opinión pública y los ciudadanos. No obstante estas controversias, en América Latina seguimos atrapados en sistemas monetaristas del ajuste. Y ello, a pesar de que las dos economías más grandes de la región, México y Argentina presentan balances poco optimistas luego de las reformas aplicadas. Ante su incertidumbre teórica y limitado éxito, al menos se debería tomar con cautela las recetas que se nos presenta; relativizarlas, a sabiendas de que sus premisas son duramente cuestionadas. Es necesario desechar la retórica del milagro que ha acompañado al discurso de reforma económica de los últimos años. Por mínimo sentido común, intuimos que el desarrollo de un país no puede surgir de la manipulación de unas pocas variables o de la emulación de experiencias "exitosas". Ahora la panacea es la convertibilidad como si tan solo la adopción de una medida fuera a corregir todos los males del Ecuador: fiscales, monetarios, de productividad e, incluso se dice culturales. Ello no es más que una ilusa y soberbia prentensión.