POR POSTURA DE LA LENGUA

El Canciller Heinz Moeller acaba de ganarle la contienda al titular del MICIP, Roberto Peña Durini. Lo ha conseguido más por postura de lengua antes que de mano. Pero sin embargo, la virtud de encargarle al MICIP esa tarea, tiene explicación plena en la circunstancia de que en ese sector de la administración pública se concentran aspectos vitales del comercio exterio, industrialización, la integración y la pesca. Es decir que no hay comercio exterior que no se explique si no tiene como contrapartida la industrialización; y viceversa. Y tampoco hay integración entendiendo por tal, la actividad de buscar intereses comunes en la región latinoamericana con la ALADI, o en la Comunidad Andina con la CAN. Por estas consideraciones resultaba tan natural que el MICIP dentro de su esfera de responsabilidades, tuviera la facultad de encargarse de preparar la participación del Ecuador en el ALCA. La Cancillería ha sido otra cosa. En primer lugar sus funcionarios no logran sobreponerse al aire "diplomático" de sus gestiones. Y a esa visión del quiteñocentrismo, según la cual todo cuanto se haga en materia de comercio exterior tiene que estar oleado y sacramentado desde las alturas. Ahora han obtenido del Presidente Noboa que mediante un desaire injustificado a su Ministro de Comercio Exterior Roberto Peña, le entregue al Canciller Moeller la responsabilidad de manejar el ALCA. Mientras esté Moeller en la Cancillería quizá no se sienta el centralismo. Pero despúes será solo cuestión de tiempo. El centralismo ha ganado por una lenguada, la competencia en el Comercio Exterior. Ahora como se cree que alguna vez dijiera el ex vicepresidente Gustavo Noboa, los exportadores de la Costa tendrán que ir a convencer a la fria burocracia de la Cancillería qué es lo que le conviene en materia de comercio exterior e integración.