EL DEFICIT...¿A QUIEN NOS PERTENECE?

En la última década en América Latina, el tamaño del déficit fiscal se ha convertido en uno de los indicadores principales del funcionamiento de una economía, desde la perspectiva de los organismos multilaterales de crédito. La respuesta ortodoxa, multilateral y economicista del asunto, ha sido recomendar que el Gobierno gaste menos o que aumente sus ingresos para financiar el presupuesto. El segundo bloque de recomendaciones para balancear presupuestos viene auspiciado por investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo. Aquí se insiste en la importancia de fortalecer las instituciones económicas para que el presidente tenga mayor control del proceso presupuestario. Queda entonces por explorarse una tercera dimensión y devolver el debate presupuestario al terreno de la política. Y la moraleja extraída de otros países parece ser que un presupuesto balanceado depende más de la oportuna habilidad legislativa del presidente, que de la pureza económica de los contenidos en la proforma presupuestaria.