EL MAPA Y LAS REGLAS PETROLERAS CAMBIAN

Más allá de los golpes de efecto y de su gran presencia mediática, las acciones recientes del Régimen, en materia petrolera, empiezan a configurar un giro sustancial en las reglas del juego. Una de esas reglas del juego, quizá la más relevante por su peso estratégico, tiene que ver con la relación entre el Estado y la empresa petrolera privada en general. En el caso ecuatoriano, esa relación está cambiando de forma acelerada. ¿Cuáles son las razones de ese giro auspiciado activamente por el Gobierno? Hay razones ideológicas y otras pragmáticas. El Gobierno, de las primeras, ha dado muchas muestras, incluso desde antes de acceder al poder. En esencia, el Régimen se siente más cómodo teniendo al Estado como actor dominante de la actividad petrolera, y subordinando a la empresa privada. En ese sentido, la visión del negocio petrolero se ve como una actividad estatal. El segundo factor -el pragmático- es fácil de contabilizar: con los precios del crudo por las nubes, el Gobierno quiere la liquidez que da una actividad de alta ganancia. Ahí pesa lo económico. Y como los contratos actuales, según el Gobierno, frenan el acceso a ese flujo, cambió las reglas del juego que las empresas aceptan; saben que pese a todo la ganancia alcanza para todos.