PERCEPCIONES

Ciertos círculos sociales opinan que la crisis mundial no ha golpeado con dureza al Ecuador. Autoridades económicas repiten con frecuencia que el país está blindado y preparado para sortear con éxito la crisis. Sin embargo, los indicadores económicos, financieros y sociales contradicen las percepciones y muestran una tendencia de deterioro constante que, en su conjunto, delinean el contorno de una aguda crisis. Entonces la pregunta que uno hace es ¿por qué no se siente la crisis como en épocas anteriores? Porque en dolarización no existe un indicador que mida de manera diaria el deterioro de las condiciones de vida. En las crisis de los años ochenta y noventa, ese indicador era el tipo de cambio, el mismo que de manera diaria registraba cambios bruscos. La depreciación de la moneda nacional afectaba directamente al poder adquisitivo de los ciudadanos, que veían cómo sus ingresos se iban evaporando. El dólar no cambia su valor nominal en el mercado doméstico, y la estabilidad que trae aparejada una moneda fuerte se refleja en un incremento modesto de los precios. Sin embargo, eso no quiere decir que la población no sienta los efectos de la crisis. Por supuesto que los siente, sobre todo aquellos ciudadanos desempleados y subempleados, que luchan diariamente por subsistir. Pero lo que pasa es que no tienen referentes para denunciar de manera inequívoca que el país está en crisis. De ahí la importancia de reconocer que la situación actual no es de bonanza, y que se necesitan políticas para enfrentar el deterioro de las condiciones de vida. Si no se lo hace, y la situación continúa deteriorándose, lo que va a ocurrir es que comenzarán las protestas de los sectores afectados y la ciudadanía no encontrará explicación ante esas actitudes, ya que supuestamente estábamos preparados y blindados.