LA CRISIS QUE SE AVECINA

La convertibilidad, les pasó la cuenta al Gobierno gaucho y a su padre, Domingo Cavallo. Si bien ayudó a bajar la inflación y a crear las condiciones para incrementar las inversiones, no obstante, se convirtió en una piedra de tope para las exportaciones. Por tanto, se tenían que crear las condiciones para ser creíbles las medidas fiscales sin generar reacciones internas. Una de las medidas importantes fue el aumento de los aranceles (crecieron al 35 por ciento) para incrementar las recaudaciones y estimular la competitividad de la industria nacional. La segunda etapa del plan fue la de renegociar la deuda. Esto se lo consiguió al menos a corto plazo, porque el costo financiero se eleva un 75 por ciento a partir del quinto año. Las medidas recientes quieren estimular al comercio exterior a través de un tipo especial de cambio para exportadores e importadores, que se rija por el dólar y el euro. Sin embargo, cualquier sistema de múltiples tipos de cambio genera distorsiones, porque tendería a fomentar la sobrefacturación de las ventas al exterior y la subfacturación de las importaciones, o hacer compras al precio local (cuya paridad sigue siendo 1 a 1) en el caso de estas últimas. Nada hace pensar que el problema del comercio exterior se solucione a corto plazo. Por tanto, se da por descontado que el Gobierno solicite nuevo financiamiento por US 9.000 millones el próximo año. Y en este sentido, el temor generalizado de un fracaso acosa a Cavallo y a su plan, y pone en serio peligro no solo la credibilidad argentina, sino la de sus socios y, por efecto contagio, a los países emergentes, como el Ecuador.