EL PLAN DE COMPETITIVIDAD

El presidente Lucio Gutiérrez, en su discurso de asunción al mando, enfatizó que uno de los 5 ejes de su administración será impulsar programas de competitividad de productos ecuatorianos para que emulen en calidad y precio a sus similares extranjeros. Fue muy pertinente el plan presidencial anunciado ya que el Ecuador, más temprano que tarde, se verá en una fiera lucha mercantil por insertarse en los mercados globalizados de importación y exportación de productos y servicios. Sin embargo, la competitividad, conceptualizada como política de Estado, no solo es la explotación de los inmejorables dones naturales con que ha sido prodigado el Ecuador, ni tampoco únicamente la excelencia de su mano de obra, así como mucho menos solamente la estabilidad actual de su moneda dolarizada. Ser competitivos en el comercio multilateral mundializado depende de la capacidad de la agricultura, la pecuaria, la industria y los servicios humanos para innovar y mejorar la calidad y productividad de insumos y prestaciones. La competitividad como condicionante del intercambio mercantil internacional, no es dable si sacrifica el bienestar popular, la suficiencia salarial de obreros y empleados ni si encubre la marginalización y la precariedad social de grupos laborales. La adopción del Plan ecuatoriano de Competitividad no sería idónea sin un discrimen previo de los daños repercusivos a sectores ajenos a dicho proceso de comercialización.