LA FINANCIACION DE LA INVERSION PUBLICA
Tema(s): En: El Tiempo 30 jul. 1995, p. 10.CResumen: Uno de los debate más antiguos entre los economistas es el que trata sobre el problema de conseguir una financiación sana de la inversión pública. Hay consenso sobre los peligros de que se financie con emisión de moneda, pero no hay unanimidad cuando se trata de escoger entre la tributación y el endeudamiento como formas de financiarla. Los partidarios de utilizar los impuestos creen, en definitiva, que no es conveniente el endeudamiento porque si el Estado capta ahorros internos o externos desplaza a los inversionistas privados que los hubieran utilizado para sus propios proyectos, los que tendrían mayor rentabilidad social. Pero no es razonable que proyectos de tardío rendimiento, como son los de infraestructura física, deban pagarse a corto plazo mediante impuestos, en lugar de diferir su amortización a través del uso del crédito. Tampoco es cierto que la rentabilidad social de las inversiones públicas sea menor que la de las privadas, sino que existe una estrecha complementariedad entre las dos. Suponer otra cosa lleva a paradojas, como la que se da cuando, con las privatizaciones, las mismas obras son socialmente convenientes si las hace el sector privado (utilizando crédito) y nefastas si las hace el sector público.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura | Info Vol | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Analítica de Seriada | BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO | RESUM-003530 (Navegar estantería(Abre debajo)) | El Tiempo. 30 jul. 1995, p. 10.C | Disponible |
Uno de los debate más antiguos entre los economistas es el que trata sobre el problema de conseguir una financiación sana de la inversión pública. Hay consenso sobre los peligros de que se financie con emisión de moneda, pero no hay unanimidad cuando se trata de escoger entre la tributación y el endeudamiento como formas de financiarla. Los partidarios de utilizar los impuestos creen, en definitiva, que no es conveniente el endeudamiento porque si el Estado capta ahorros internos o externos desplaza a los inversionistas privados que los hubieran utilizado para sus propios proyectos, los que tendrían mayor rentabilidad social. Pero no es razonable que proyectos de tardío rendimiento, como son los de infraestructura física, deban pagarse a corto plazo mediante impuestos, en lugar de diferir su amortización a través del uso del crédito. Tampoco es cierto que la rentabilidad social de las inversiones públicas sea menor que la de las privadas, sino que existe una estrecha complementariedad entre las dos. Suponer otra cosa lleva a paradojas, como la que se da cuando, con las privatizaciones, las mismas obras son socialmente convenientes si las hace el sector privado (utilizando crédito) y nefastas si las hace el sector público.
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