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EL DISPENSADOR DE BENEFICIOS

Por: Tema(s): En: El Comercio 7 dic.2002, p. A.5Resumen: En América Latina y el Ecuador se empieza a advertir un tránsito de formas neoliberales a otras calificadas de neopopulistas en la administración del Estado. Adicionalmente, los largos años de crisis han generado un difícil panorama en lo social, agravado desde 1995, en el que se combinan pobreza, inequidad y exclusión. Según cifras oficiales, la pobreza afecta a 6 de cada 10 ecuatorianos; 1 de cada 5 no alcanza a cubrir siquiera sus necesidades alimenticias; el desempleo bordea el 15 por ciento; el 20 por ciento más rico de la población capta más del 60 por ciento del ingreso generado por la sociedad, en tanto que el 20 por ciento más pobre participa de menos del 3 por ciento; y, los hogares que acceden a los servicios básicos llegan a tan solo el 40 por ciento en el caso del agua y al 44 por ciento en el del alcantarillado. La respuesta fácil e inmediata, como al parecer escogió el Ecuador, es hacer del Estado el gran dispensador de beneficios, en función de la capacidad de presión de los grupos sociales y con independencia de la posibilidad real de atender cuanta demanda se realice al Gobierno.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO El Comercio. 7 dic.2002, p. A.5 Disponible

En América Latina y el Ecuador se empieza a advertir un tránsito de formas neoliberales a otras calificadas de neopopulistas en la administración del Estado. Adicionalmente, los largos años de crisis han generado un difícil panorama en lo social, agravado desde 1995, en el que se combinan pobreza, inequidad y exclusión. Según cifras oficiales, la pobreza afecta a 6 de cada 10 ecuatorianos; 1 de cada 5 no alcanza a cubrir siquiera sus necesidades alimenticias; el desempleo bordea el 15 por ciento; el 20 por ciento más rico de la población capta más del 60 por ciento del ingreso generado por la sociedad, en tanto que el 20 por ciento más pobre participa de menos del 3 por ciento; y, los hogares que acceden a los servicios básicos llegan a tan solo el 40 por ciento en el caso del agua y al 44 por ciento en el del alcantarillado. La respuesta fácil e inmediata, como al parecer escogió el Ecuador, es hacer del Estado el gran dispensador de beneficios, en función de la capacidad de presión de los grupos sociales y con independencia de la posibilidad real de atender cuanta demanda se realice al Gobierno.

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