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LA PIROTECNIA VERBAL DEL TLC

Por: Tema(s): En: Hoy 14 ene. 2004, p. A. 4Resumen: Arrancó la campaña por el tratado de libre comercio (TLC). En los países andinos, gobiernos y agrupaciones empresariales desatan una pirotecnia verbal, que cuenta con el beneplácito de EEUU. Los ejemplos de negociaciones recientes son presentados a la 'sociedad civil' como la comprobación de lo posible: se pueden obtener beneficios negociando bilateralmente con la primera potencia. Un país 'positivo y propositivo', es la conclusión, puede seguir la senda de Chile, otra vez modelo del librecambismo. Más allá de los aplausos de los propios promotores del TLC, lo que cuenta es que Chile, país con amplia experiencia en relaciones bilaterales, se tomó 12 años (no 12 meses) para negociar, y a la postre 'no obtuvo acceso real a los mercados norteamericanos', como afirma Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía. Lo que sí consolida el TLC es el régimen de acumulación primario exportador. El fin de las bandas de precios liquidará la producción agrícola orientada al mercado doméstico, golpeando a agricultores y campesinos. Las industrias farmacéuticas saldrán perjudicadas, al haberse reservado Washington la protección de las patentes por 20 años. Las pequeñas y medianas empresas -generadoras de casi el 80 por ciento del empleo- mal podrán competir con los productos de las grandes compañías, sean producidos localmente o que se los importe.Por otro lado, en Chile, para compensar los menores ingresos arancelarios, será preciso subir en un 1por ciento el IVA. Entre otras limitaciones, que -según Stiglitz, constituyen 'nuevas amenazas a su soberanía'- el gobierno 'socialista' de Chile aceptó que se apliquen derechos supranacionales y trato económico como a inversionista nacional a los capitales extranjeros, al tiempo que se comprometió a no usar restricciones en el mercado de capitales, que fueron indispensables para que este país austral se proteja de presiones especulativas internacionales. Sumando tanto costo, queda claro que el pueblo chileno deberá asumir un enorme peso en inversiones y transformaciones para que funcione un tratado que no beneficia a todos.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Hoy. 14 ene. 2004, p. A. 4 Disponible

Arrancó la campaña por el tratado de libre comercio (TLC). En los países andinos, gobiernos y agrupaciones empresariales desatan una pirotecnia verbal, que cuenta con el beneplácito de EEUU. Los ejemplos de negociaciones recientes son presentados a la 'sociedad civil' como la comprobación de lo posible: se pueden obtener beneficios negociando bilateralmente con la primera potencia. Un país 'positivo y propositivo', es la conclusión, puede seguir la senda de Chile, otra vez modelo del librecambismo. Más allá de los aplausos de los propios promotores del TLC, lo que cuenta es que Chile, país con amplia experiencia en relaciones bilaterales, se tomó 12 años (no 12 meses) para negociar, y a la postre 'no obtuvo acceso real a los mercados norteamericanos', como afirma Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía. Lo que sí consolida el TLC es el régimen de acumulación primario exportador. El fin de las bandas de precios liquidará la producción agrícola orientada al mercado doméstico, golpeando a agricultores y campesinos. Las industrias farmacéuticas saldrán perjudicadas, al haberse reservado Washington la protección de las patentes por 20 años. Las pequeñas y medianas empresas -generadoras de casi el 80 por ciento del empleo- mal podrán competir con los productos de las grandes compañías, sean producidos localmente o que se los importe.Por otro lado, en Chile, para compensar los menores ingresos arancelarios, será preciso subir en un 1por ciento el IVA. Entre otras limitaciones, que -según Stiglitz, constituyen 'nuevas amenazas a su soberanía'- el gobierno 'socialista' de Chile aceptó que se apliquen derechos supranacionales y trato económico como a inversionista nacional a los capitales extranjeros, al tiempo que se comprometió a no usar restricciones en el mercado de capitales, que fueron indispensables para que este país austral se proteja de presiones especulativas internacionales. Sumando tanto costo, queda claro que el pueblo chileno deberá asumir un enorme peso en inversiones y transformaciones para que funcione un tratado que no beneficia a todos.

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