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Im-previsión Francisco X. Swett

Por: Detalles de publicación: Guayaquil Expreso 2015Descripción: p. 9Tema(s): Recursos en línea: En: Expreso Año 42 No 15253 (12 abr. 2015)Resumen: El aporte del 40% de las pensiones jubilares al IESS no comenzó con ninguna ley de 2001 o afán de "privatizar" la seguridad social. El pacto data de 1957 cuando el Gobierno de aquel entonces estaba empeñado en darle una "cara bonita" a Quito con ocasión de la XI Conferencia Interamericana. La condición era precaria, el Congreso Nacional se reunía en lo que es hoy el Salón Amarillo de Carondelet: las dos Cámaras que lo constituían, separadas por un cortinaje. Era menester dotar a la capital de la infraestructura señorial que albergue a los poderes del Estado. El Gobierno, corto de fondos, acudió al financiamiento de la Caja de Pensiones, y negociaron el acuerdo respectivo que incluía la cláusula de financiamiento del 40% de las pensiones jubilares como parte de la amortización, en perpetuidad, de la deuda adquirida. Se obtuvo el financiamiento, se construyó el complejo de edificios más la conferencia no se llevó a cabo por objeción de la diplomacia peruana. Lo que sí quedó fue la obligación gubernamental del 40% que, como todas las fórmulas sacramentales mal concebidas, terminan mal. Las discusiones de actualidad son huecas. El problema no está en el 40% que sustenta el andamiaje del engaño, sino en la concepción de un sistema abusivo y fraudulento que vive del presente, sin capitalización viable y sin previsión para el futuro.
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El aporte del 40% de las pensiones jubilares al IESS no comenzó con ninguna ley de 2001 o afán de "privatizar" la seguridad social. El pacto data de 1957 cuando el Gobierno de aquel entonces estaba empeñado en darle una "cara bonita" a Quito con ocasión de la XI Conferencia Interamericana. La condición era precaria, el Congreso Nacional se reunía en lo que es hoy el Salón Amarillo de Carondelet: las dos Cámaras que lo constituían, separadas por un cortinaje. Era menester dotar a la capital de la infraestructura señorial que albergue a los poderes del Estado. El Gobierno, corto de fondos, acudió al financiamiento de la Caja de Pensiones, y negociaron el acuerdo respectivo que incluía la cláusula de financiamiento del 40% de las pensiones jubilares como parte de la amortización, en perpetuidad, de la deuda adquirida. Se obtuvo el financiamiento, se construyó el complejo de edificios más la conferencia no se llevó a cabo por objeción de la diplomacia peruana. Lo que sí quedó fue la obligación gubernamental del 40% que, como todas las fórmulas sacramentales mal concebidas, terminan mal. Las discusiones de actualidad son huecas. El problema no está en el 40% que sustenta el andamiaje del engaño, sino en la concepción de un sistema abusivo y fraudulento que vive del presente, sin capitalización viable y sin previsión para el futuro.

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