MONO CON NAVAJA

Está estudiándose una ley antimonopolio, de competencia o con algún nombre que le terminen asignando. Si bien se comparte con la necesidad de una normativa legal, como existe en la gran mayoría de países, que regule los mercados para que estos funcionen de la mejor forma, es también un alto riesgo si la entidad que aplique la ley o el funcionario que presida dicha entidad no actúan con la objetividad, la independencia y la técnica necesarias. Esta institución de control o superintendencia debe ser lo más alejada del Gobierno, de grupos políticos, de sectores empresariales. Su principal ejecutivo debe ser un profesional absolutamente independiente y con sólida formación técnica en macroeconomía y microeconomía, en finanzas o en leyes, pero con especializaciones en las áreas anteriores. Esto es indispensable, pues definir lo que es un mercado monopólico, oligopólico, actor dominante, colusión, monopsonio u otras formas de mercados imperfectos no puede jamás caer en la política, la demagogia o la persecución. En definitiva, cuidado se equivoquen con este tema. Hay que alejar esto de la política o del fanatismo ideológico de cualquier tendencia, pues podríamos estar creando un monstruo inmanejable, dejando al mono a que juegue con la navaja o al zorro que cuide las gallinas.