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O ACTOR O ARBITRO

Por: Tema(s): En: Hoy 9 nov. 2009, p. 4Resumen: En el Ecuador del momento, el Gobierno en funciones tiene atravesado en la cabeza que puede ser actor y supervisor. Que puede, él solo, empujar la economía al crecimiento o que, controlando al sector financiero, puede también fijar precios, es decir, ser juez y parte. Si en este ámbito quiere controlar ese mercado, no lo va a poder hacer fijando precios, pues es un mecanismo del propio mercado donde Gobierno debe supervisar, pero nunca participar. ¿Quiere establecer ciertas normas o techos a las tasas de interés? Entonces, establezca límites sobre la varianza de las tasas o en puntos porcentuales sobre los promedios del mercado, pero sin afectar la realidad del mercado, sea o no a gusto del Gobierno. Lo único que produce una intervención antitécnica y política es generar más distorsiones y alejar a la informalidad a importantes grupos de población. Con el actual Gobierno, la absurda intervención en el mercado bancario ha generado alrededor de 150 mil personas que han regresado a la informalidad. Las economías prósperas son las que permiten el concurso simultáneo y equilibrado del sector público y privado, jamás sobre la base de un solo sector. Los países no logran desarrollo y prosperidad cuando el Gobierno busca impulsar la economía sin el aporte de la actividad privada. Es el concurso privado el que promueve la captación de mano de obra, no lo el Gobierno. Buscar reducir el desempleo por la vía pública no solo es insostenible e inviable, sino inconveniente y errado. El gran demandante de fuerza de trabajo es el sector privado, y sin su participación es imposible alcanzar tal meta. El rol del Estado y del sector privado debe estar absolutamente bien delimitado. El Estado está para regular, no para actuar como jugador en el mercado. El Estado es importante y necesario, pero sin superar las barreras ni los limites del sector privado. O soy juez o soy actor, no ambas cosas. Roles bien definidos evita distorsiones.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Hoy. 9 nov. 2009, p. 4 Disponible

En el Ecuador del momento, el Gobierno en funciones tiene atravesado en la cabeza que puede ser actor y supervisor. Que puede, él solo, empujar la economía al crecimiento o que, controlando al sector financiero, puede también fijar precios, es decir, ser juez y parte. Si en este ámbito quiere controlar ese mercado, no lo va a poder hacer fijando precios, pues es un mecanismo del propio mercado donde Gobierno debe supervisar, pero nunca participar. ¿Quiere establecer ciertas normas o techos a las tasas de interés? Entonces, establezca límites sobre la varianza de las tasas o en puntos porcentuales sobre los promedios del mercado, pero sin afectar la realidad del mercado, sea o no a gusto del Gobierno. Lo único que produce una intervención antitécnica y política es generar más distorsiones y alejar a la informalidad a importantes grupos de población. Con el actual Gobierno, la absurda intervención en el mercado bancario ha generado alrededor de 150 mil personas que han regresado a la informalidad. Las economías prósperas son las que permiten el concurso simultáneo y equilibrado del sector público y privado, jamás sobre la base de un solo sector. Los países no logran desarrollo y prosperidad cuando el Gobierno busca impulsar la economía sin el aporte de la actividad privada. Es el concurso privado el que promueve la captación de mano de obra, no lo el Gobierno. Buscar reducir el desempleo por la vía pública no solo es insostenible e inviable, sino inconveniente y errado. El gran demandante de fuerza de trabajo es el sector privado, y sin su participación es imposible alcanzar tal meta. El rol del Estado y del sector privado debe estar absolutamente bien delimitado. El Estado está para regular, no para actuar como jugador en el mercado. El Estado es importante y necesario, pero sin superar las barreras ni los limites del sector privado. O soy juez o soy actor, no ambas cosas. Roles bien definidos evita distorsiones.

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