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¿LEY ANTIMONOPOLIO O ANTIEMPRESARIAL?

Por: Tema(s): En: Hoy 12 oct. 2009, p. 4Resumen: El proyecto de Ley Orgánica de la Competencia y Regulación de Monopolios más parece anti-empresarial, pese a que ha sido ampliamente socializado en la academia y en los sectores productivos. El tema es complejo pues la competencia es el elemento central para el correcto desempeño del mercado, pues aquella favorece a los consumidores, más allá de que los sistemas económicos no son un fin en sí mismo, sino tan solo un medio para lograr la satisfacción del mayor número de necesidades ciudadanas. Si algo lo caracteriza, son los ornamentos literarios que adornan múltiples disposiciones abiertamente anti-empresariales. No busca desterrar prácticas ilegales ni combatir monopolios u oligopolios, sino seguir maltratando a la empresa privada. El proyecto no fomenta la competencia, y más bien tiene un claro sesgo anti-empresarial, obviamente basado en las prácticas atentatorias al libre juego del mercado de ciertas multinacionales que abusan de su poder económico por falta de legislación que las sancione. Recordemos que por su propia estructura, nuestro mercado aún es de competencia imperfecta, razón por la cual el poder regulatorio del Estado debe usarse para corregir distorsiones y lograr que la competencia favorezca efectivamente al consumidor. Pero en grave paradoja, las actuaciones del gobierno buscan sustituir los monopolios privados por nocivos y reemplazarlos por monopolios estatales que, en teoría, están llamados a velar por el bien común.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Hoy. 12 oct. 2009, p. 4 Disponible

El proyecto de Ley Orgánica de la Competencia y Regulación de Monopolios más parece anti-empresarial, pese a que ha sido ampliamente socializado en la academia y en los sectores productivos. El tema es complejo pues la competencia es el elemento central para el correcto desempeño del mercado, pues aquella favorece a los consumidores, más allá de que los sistemas económicos no son un fin en sí mismo, sino tan solo un medio para lograr la satisfacción del mayor número de necesidades ciudadanas. Si algo lo caracteriza, son los ornamentos literarios que adornan múltiples disposiciones abiertamente anti-empresariales. No busca desterrar prácticas ilegales ni combatir monopolios u oligopolios, sino seguir maltratando a la empresa privada. El proyecto no fomenta la competencia, y más bien tiene un claro sesgo anti-empresarial, obviamente basado en las prácticas atentatorias al libre juego del mercado de ciertas multinacionales que abusan de su poder económico por falta de legislación que las sancione. Recordemos que por su propia estructura, nuestro mercado aún es de competencia imperfecta, razón por la cual el poder regulatorio del Estado debe usarse para corregir distorsiones y lograr que la competencia favorezca efectivamente al consumidor. Pero en grave paradoja, las actuaciones del gobierno buscan sustituir los monopolios privados por nocivos y reemplazarlos por monopolios estatales que, en teoría, están llamados a velar por el bien común.

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