REGLAS Y NO DISCRECION
Tema(s): En: El Comercio 14 nov. 2008, p. 12Resumen: Si no hacemos algo, el próximo lunes no tendremos una economía". Así de dramática fue la frase de Ben Bernanke, presidente de la Fed cuando exponía sus argumentos al Congreso de los EE.UU. sobre la necesidad de un plan de salvamento no solo del sistema financiero sino de toda la estructura productiva de la primera economía mundial. El dilema había llegado a su límite: dejar que las instituciones se caigan, quiebren, o poner recursos públicos para sostenerlas y reducir, en lo que sea posible, el daño ya ocasionado. Ya no cabían medias tintas. La crisis había llegado demasiado lejos. Ahora, 30 días después, ya tenemos un panorama más claro: la crisis ha contagiado prácticamente a todos los países y su proceso despiadado de daño empieza a sentirse. Se aprecian reacciones de defensa. La más difundida es la devaluación masiva y general de las monedas. En Asia, África, América Latina, Europa, los países están tomando decisiones de protección mediante políticas económicas que permitan absorberla sin crear inflaciones compensatorias. Es decir, buscando que en realidad sus monedas se devalúen, consigan una ventaja competitiva que compense las pérdidas derivadas del estancamiento del comercio mundial y la caída de precios de sus exportaciones. Esto traerá cambios importantes en los flujos de comercio, existiendo el peligro de que se conviertan en herramienta de retaliación comercial en un ambiente de recesión económica mundial. Los riesgos de una pérdida de la estabilidad y el regreso a políticas inflacionarias pueden ser altos dependiendo de la capacidad de concertación que exista en los principales centros económicos mundiales para establecer mecanismos de supervisión generales, de aplicación obligatoria, sin excepción alguna. La Comunidad Europea está consciente de este problema y lleva a la reunión del G-20 una postura de revisión del papel de los organismos multilaterales. La idea es encontrar a 'alguien' con poder mundial para que fije las normas que deben aplicar todos los países en el manejo de sus políticas monetarias y cambiarias. 'Reglas y no discreción' es el principio que se quiere restablecer para que nadie pueda hacer lo que quiera, ya que ello transmite daños a los demás. Quita certeza y transparencia a los mercados y deja sueltos a los irresponsables.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura | Info Vol | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Analítica de Seriada | BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO | El Comercio. 14 nov. 2008, p. 12 | Disponible |
Si no hacemos algo, el próximo lunes no tendremos una economía". Así de dramática fue la frase de Ben Bernanke, presidente de la Fed cuando exponía sus argumentos al Congreso de los EE.UU. sobre la necesidad de un plan de salvamento no solo del sistema financiero sino de toda la estructura productiva de la primera economía mundial. El dilema había llegado a su límite: dejar que las instituciones se caigan, quiebren, o poner recursos públicos para sostenerlas y reducir, en lo que sea posible, el daño ya ocasionado. Ya no cabían medias tintas. La crisis había llegado demasiado lejos. Ahora, 30 días después, ya tenemos un panorama más claro: la crisis ha contagiado prácticamente a todos los países y su proceso despiadado de daño empieza a sentirse. Se aprecian reacciones de defensa. La más difundida es la devaluación masiva y general de las monedas. En Asia, África, América Latina, Europa, los países están tomando decisiones de protección mediante políticas económicas que permitan absorberla sin crear inflaciones compensatorias. Es decir, buscando que en realidad sus monedas se devalúen, consigan una ventaja competitiva que compense las pérdidas derivadas del estancamiento del comercio mundial y la caída de precios de sus exportaciones. Esto traerá cambios importantes en los flujos de comercio, existiendo el peligro de que se conviertan en herramienta de retaliación comercial en un ambiente de recesión económica mundial. Los riesgos de una pérdida de la estabilidad y el regreso a políticas inflacionarias pueden ser altos dependiendo de la capacidad de concertación que exista en los principales centros económicos mundiales para establecer mecanismos de supervisión generales, de aplicación obligatoria, sin excepción alguna. La Comunidad Europea está consciente de este problema y lleva a la reunión del G-20 una postura de revisión del papel de los organismos multilaterales. La idea es encontrar a 'alguien' con poder mundial para que fije las normas que deben aplicar todos los países en el manejo de sus políticas monetarias y cambiarias. 'Reglas y no discreción' es el principio que se quiere restablecer para que nadie pueda hacer lo que quiera, ya que ello transmite daños a los demás. Quita certeza y transparencia a los mercados y deja sueltos a los irresponsables.
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