DE LA CAN AL MUNDO

El comercio con los países andinos produce una serie de efectos colaterales positivos para el Ecuador. Al venderles productos ecuatorianos a nuestros vecinos, las exportaciones se diversifican, más provincias participan en el comercio exterior y el país aprende a exportar. Estas consideraciones nos deberían llevar a cuidar nuestra relación con la CAN y a hacer lo posible por fortalecerla y garantizar su supervivencia. Desde 1993, cuando la CAN dio un gran salto al convertirse en una zona de libre comercio, las exportaciones no petroleras del Ecuador hacia los restantes países miembros (Colombia, Perú, Venezuela y Bolivia) pasaron de USD 190 millones a 790 millones el 2005, lo cual, sin ser un crecimiento exuberante, sí es un valor considerable. Pero más allá del monto exportado, hay otros factores a considerarse en el análisis del comercio con la CAN. Uno de los más interesantes es el espacio de aprendizaje que ofrecen los andinos para los exportadores ecuatorianos. En un reciente estudio de Cordes se estableció que en 1996 existían 106 partidas arancelarias que se exportaban únicamente a los países andinos y que en el 2005 también se exportaban a otros países. En otras palabras, los productores ecuatorianos pasaron de la CAN al mundo en esas exportaciones, entre las que merecen señalarse las grasas para el consumo humano y algunas manufacturas metálicas. Si bien la Comunidad Andina no es el principal destino de nuestras exportaciones e incluso considerando que importamos más de lo que exportamos de los países andinos (tenemos una balanza comercial deficitaria de casi USD 700 millones), la concusión de este artículo es que debemos continuar cuidando esas relaciones comerciales porque la CAN ofrece oportunidades que van más allá de los simples montos de comercio.