GASTO Y CALIDAD DE LA EDUCACION

Son muy graves señales de la crisis educativa nacional el que un 20 por ciento de la población en edad escolar se quede al margen de la enseñanza y los altos índices de deserción escolar: según el Contrato Social por la Educación, 700 mil niños y jóvenes no asisten a clases; la tasa de matriculación de primaria es del 90,4 por ciento, pero para la secundaria se reduce al 67,7 por ciento. Más graves todavía son los indicios de la mala calidad de la enseñanza: el 21,3 por ciento de los escolares que han seguido hasta el cuarto grado de básica en el área urbana y el 32,2 por ciento, en la rural, no entienden lo que leen, ni se dan a entender al escribir, ni pueden realizar operaciones matemáticas elementales, asegura el Contrato Social por la Educación. Es acertado y posible el planteamiento de un compromiso para adoptar como política de Estado el incremento anual del 0,5 por ciento del PIB para la educación, según han propuesto el Contrato Social, la Cámara de Industriales de Pichincha y también el actual ministro de Educación. Pero se requiere asegurar la calidad del gasto: el incremento de la inversión educativa debe tener, como contrapartida, la rendición de cuentas de los maestros, los centros escolares y las autoridades educativas sobre los cambios concretos para permitir el acceso universal a la educación, combatir la deserción escolar y mejorar la calidad de la enseñanza.