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RESERVA CULTURAL

Por: Tema(s): En: Hoy 23 mayo 2005, p. A. 4Resumen: La petición del sector cultural ecuatoriano, que viene elaborándose ya desde mediados del año pasado en otras mesas de reflexión, tiene muchos antecedentes y más bien llega tarde. Europa, en especial Francia, luchó por su soberanía cultural en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio; México pasó, en relación con la cultura, un mal rato en su tratado con los Estados Unidos y el Canadá; Chile se alegra de ser un precursor de la defensa de la reserva cultural en Latinoamérica y Colombia ha emprendido ya la reivindicación de su industria cultural en el marco del TLC. Los creadores ecuatorianos no cuentan con una poderosa industria editorial o de telenovelas que respalde su postura, tampoco tienen un sistema de subvenciones estatales lo suficientemente fuerte como para que su conservación sea cuestión de vida o muerte para muchos. Sin embargo, hacen bien en insistir en un espacio de autonomía para la gestión y las políticas culturales oficiales, aunque sea a futuro. Su interlocutor, los Estados Unidos, poseedor es de una inmensa industria productora de bienes y servicios de entretenimiento, constituyen el mayor exponente de la asimetría entre negociadores, pero han sido ya sentados a la mesa por Colombia y para el Ecuador no será difícil enancarse en el proceso. Es lógico que para que estas medidas cuajen en un futuro, será necesario contar con un mínimo de protección frente a las arrolladoras ofertas del exterior.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO Hoy. 23 mayo 2005, p. A. 4 Disponible

La petición del sector cultural ecuatoriano, que viene elaborándose ya desde mediados del año pasado en otras mesas de reflexión, tiene muchos antecedentes y más bien llega tarde. Europa, en especial Francia, luchó por su soberanía cultural en las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio; México pasó, en relación con la cultura, un mal rato en su tratado con los Estados Unidos y el Canadá; Chile se alegra de ser un precursor de la defensa de la reserva cultural en Latinoamérica y Colombia ha emprendido ya la reivindicación de su industria cultural en el marco del TLC. Los creadores ecuatorianos no cuentan con una poderosa industria editorial o de telenovelas que respalde su postura, tampoco tienen un sistema de subvenciones estatales lo suficientemente fuerte como para que su conservación sea cuestión de vida o muerte para muchos. Sin embargo, hacen bien en insistir en un espacio de autonomía para la gestión y las políticas culturales oficiales, aunque sea a futuro. Su interlocutor, los Estados Unidos, poseedor es de una inmensa industria productora de bienes y servicios de entretenimiento, constituyen el mayor exponente de la asimetría entre negociadores, pero han sido ya sentados a la mesa por Colombia y para el Ecuador no será difícil enancarse en el proceso. Es lógico que para que estas medidas cuajen en un futuro, será necesario contar con un mínimo de protección frente a las arrolladoras ofertas del exterior.

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