EL DRAMA DE LOS JUBILADOS

En todos los países con desequilibrios económicos e injusta distribución del ingreso, los jubilados sufren con pensiones misérrimas. En el Ecuador este sufrimiento es mayor debido a que la dolarización pulverizó los salarios y las jubilaciones, cuya recuperación es un imperativo de moral pública. Los dirigentes económicos usualmente desdeñan este problema porque suponen que los viejos no tienen capacidad de presión política, pero ahora no ha sido así, pues han impactado ante la sociedad a base de la denuncia dramática. Tanto el Congreso al aprobar rápidamente un alza desfinanciada y el Ejecutivo al conformar una Comisión han oído su voz y la elevación de pensiones es algo ineludible que pronto se concretará. Ahora lo importante es cómo hacerlo, de dónde obtener los recursos permanentes para atender un compromiso duradero. Si el ex-Ministro de Economía, Mauricio Pozo, no hubiese abandonado la propuesta de reformar ciertas leyes tributarias para combatir la elusión y la evasión de los impuestos, ahora el SRI tendría mayores posibilidades de recaudar más impuestos, incluso ampliando la base tributaria para que paguen los que ahora se enriquecen sin pagar impuestos. Entonces no hubiese sido necesario plantear la subida del IVA, que es lo más fácil, lo cual no va a pasar en el Congreso, por lo que quizá convenga subir los impuestos especiales a los productos que dañan la salud como los cigarrillos y las bebidas alcohólicas, que sí seria apoyado por la sociedad ecuatoriana. O subir ciertos aranceles de bienes suntuarios. O gastar menos en ejercitar el "complejo de priostes", para satisfacer una visión parroquiana de las relaciones públicas.