ACERCA DE LAS HORAS DE TRABAJO

El presidente Lucio Gutiérrez dijo, la semana pasada en Cuenca, que los trabajadores ecuatorianos deben trabajar más de 40 horas a la semana. Fue obvia la impresión que quiso dar, de que este Gobierno comparte los anhelos del sector privado de sacar adelante al país. Más horas de trabajo es una exigencia que reaparece periódicamente en la agenda empresarial y ahora en forma explícita en la retórica oficial. La pregunta que se impone es si es conveniente introducir en una economía con una elevada cuota de desempleo un mecanismo que quite más trabajo a muchos y lo concentre en cada vez menos personas. En Ecuador son muy pocos los que pueden sacrificar parte de sus ingresos a favor de terceros. Para salvar su calidad mínima de vida no les quedaría más que trabajar más.Sin embargo, ¿quiénes serían los afectados por esta medida? Y, lo que es más importante, ¿quiénes serían los elegibles para implantarla? Desde ya la mayoría de ecuatorianos no tiene un empleo pleno y regular, ni gana lo suficiente como para poder contentarse con un solo puesto de trabajo. La prolongación de su jornada podría significar el sacrificio del segundo empleo y no aportaría a una mayor productividad. Para Ecuador, tampoco parece aconsejable arriesgar la decisión de un número aún mayor de personas por la informalidad.