UN FENOMENO INCREIBLE. Y NUNCA ANTES VISTO
Tema(s): En: El Telégrafo 6 mar. 2002, p. A.2Resumen: Cuando llegó la dolarización, los verdes billetes que circulaban eran todos nuevos. No se los aceptaba al indicio del más leve rasguño, o si se advertía que una pequeña raya o una mancha comprometía su imagen. Pero los billetes de un dólar pronto empezaron a dar señales de deterioro, hasta llegar a lo que hoy son: mal olientes, húmedos y mugrosos. El contagio va llegando a los de 5, 10 y 20; tal como aconteció con el sucre. Frente a esto, el Banco Central ha encontrado la fórmula mágica: importar monedas de un dólar. Lo harán en un monto de 5 millones, a pesar de lo difícil que resultará manipularlas debido a su diámetro. No quiero ni imaginar qué le pasará a los bolsillos con el peso de 10 de esas monedas. Más preocupados por los aspectos cosméticos de la dolarización, los burócratas del Banco Central no logran entender el mensaje que deja el deterioro acelerado de los billetes. El punto es que ese fenómeno está asociado al valor real que tienen en la economía. Ese valor real está a su vez, respaldado en la fortaleza de la producción, de modo que todo el mundo sepa cuánto en realidad cuesta ganarse un dólar. Eso es todo. Y la economía ecuatoriana no ha valorado el significado de tener un dólar; por eso al Banco Central le da lo mismo que sea en billete o en metálico, pues la burocracia no tiene idea de la cantidad de trabajo que esa moneda debe representar. Ergo, si con el dólar se va a repetir la historia de la degradación continuada que llevó al sucre a desaparecer, el mundo debería alistarse para espectar que en Ecuador ocurrirá con el dólar de los Estados Unidos de Norteamérica, un fenómeno monetario increíble. Y nunca antes visto.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura topográfica | Info Vol | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Analítica de Seriada | BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO | El Telégrafo. 6 mar. 2002, p. A.2 | Disponible |
Cuando llegó la dolarización, los verdes billetes que circulaban eran todos nuevos. No se los aceptaba al indicio del más leve rasguño, o si se advertía que una pequeña raya o una mancha comprometía su imagen. Pero los billetes de un dólar pronto empezaron a dar señales de deterioro, hasta llegar a lo que hoy son: mal olientes, húmedos y mugrosos. El contagio va llegando a los de 5, 10 y 20; tal como aconteció con el sucre. Frente a esto, el Banco Central ha encontrado la fórmula mágica: importar monedas de un dólar. Lo harán en un monto de 5 millones, a pesar de lo difícil que resultará manipularlas debido a su diámetro. No quiero ni imaginar qué le pasará a los bolsillos con el peso de 10 de esas monedas. Más preocupados por los aspectos cosméticos de la dolarización, los burócratas del Banco Central no logran entender el mensaje que deja el deterioro acelerado de los billetes. El punto es que ese fenómeno está asociado al valor real que tienen en la economía. Ese valor real está a su vez, respaldado en la fortaleza de la producción, de modo que todo el mundo sepa cuánto en realidad cuesta ganarse un dólar. Eso es todo. Y la economía ecuatoriana no ha valorado el significado de tener un dólar; por eso al Banco Central le da lo mismo que sea en billete o en metálico, pues la burocracia no tiene idea de la cantidad de trabajo que esa moneda debe representar. Ergo, si con el dólar se va a repetir la historia de la degradación continuada que llevó al sucre a desaparecer, el mundo debería alistarse para espectar que en Ecuador ocurrirá con el dólar de los Estados Unidos de Norteamérica, un fenómeno monetario increíble. Y nunca antes visto.
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