LA INFLACION Y EL IVA

La inflación cede. Llevamos tres meses con resultados halagüeños. Si la cosa sigue así en un año podríamos tener un dígito, es decir nos acercaríamos al nivel que exige la dolarización. Ojalá no sea muy tarde. En mayo, mes de inicio del impuesto al valor agregado (IVA) del 14 por ciento, no se produjeron los resultados catastróficos que algunos vaticinaron. El índice aumentó en el 0.48 por ciento. Por lo menos, hasta ahora los hechos contradicen la tesis de que el aumento del IVA era inflacionario. Si fuera cierta la afirmación de que el IVA es inflacionario, no encontraríamos razón que explique la existencia de países con elevadas tasas y bajos o nulos niveles de inflación. Pero, si el proceso se repite porque el Estado mantiene una política fiscal desequilibrada, ahí sí las secuelas serán inflacionarias, ya que tendrá que financiarse con deuda, con sus efectos en el volumen de crédito disponible, en la tasa de interés y por supuesto en las expectativas de nuevos tributos, que de esta manera forman una cadena sucesiva de aumento de precios.