CREDIBILIDAD

La política económica del país poco puede ofrecer, por más ortodoxa que sea, en un ambiente de permanente conflictividad política y de pérdida de credibilidad. El Gobierno ha contribuido notablemente a este fenómeno, a través de un sinnúmero de resoluciones, pero especialmente por sus decisiones altamente controversiales: el feriado bancario y su consecuente congelamiento de cuentas, y la moratoria de la deuda externa. Ambas han trascendido en el tiempo y son un referente obligado de cómo, este concepto simple pero vital, de la credibilidad que asegura y enlaza muchas cosas, pues regula y guía la conducta humana y de las sociedades, hoy está ausente. Lo que ocurrió con la rueda de prensa del presidente del directorio del Banco Central del Ecuador (BCE), Pablo Better, es ejemplificante. El país esperaba ansiosamente encontrar una respuesta a su angustia actual. Apostaba a cualquier alternativa, por irreflexiva que sea, con tal de terminar este sostenido proceso de descomposición nacional. Creía, equivocadamente, que la política monetaria o la cambiaria, igual da para el caso, podían resolver los problemas creados en otros ámbitos de acción económica. Ansiaban encontrar una tabla de salvación que le aleje de la tormenta.