SEGUIREMOS EN LA NORIA...

Ecuador, desde principios de 1980, con diversos grados de coherencia e intensidad, adoptó la concepción fondomonetarista. Con ella se quiso y se quiere aún recuperar los equilibrios macroeconómicos. Se supone que, una vez estabilizada la economía, se retomará en forma espontánea gracias al libre mercado, existente sólo en los libros de texto la senda del crecimiento y luego se logrará -gracias a la imposible hipótesis del goteo- una más equitativa distribución de los ingresos. Así, el manejo antiinflacionario, sobre todo a partir de 1992, se afincó en un dólar controlado, sostenido con tasas de interés muy elevadas y volátiles, como ahora. Con lo cual se favorecieron los negocios financieros, en desmedro de las actividades propiamente productivas, como plantean hoy las autoridades monetarias. Opción peligrosa en medio de la actual depresión, cuando la reducción del PIB será cercana o aún superior al 10 por ciento: 1999 será el año de mayor contracción económica del siglo.