¿APRENDIENDO A GOBERNAR?

Los resultados macroeconómicos obtenidos por el gobierno parecen atractivos: menor crecimiento de la inflación, mayor reserva monetaria y relativa estabilidad del tipo de cambio. Pero hay varios puntos oscuros en su gestión. Los sacrificios sociales se complementan con el deterioro del aparato productivo, ambos provocados por un esquema recesivo para combatir la inflación y la ausencia de políticas estructurales. El tipo de cambio rezagado frena la inflación pero provoca distorsiones en la estructura de precios relativos, incentiva las importaciones y castiga a las exportaciones; además se lo sostiene con altas tasas de interés que incentivan las inversiones especulativas y deprimen las actividades productivas. A más de esto, la modernización, en su única versión, la privatizadora, va de mal en peor. En este contexto la declaración del ministro de Finanzas, Iván Andrade, de que los partidos con opción de gobernar deben aceptar la proforma presupuestaria presentada por el gobierno para 1996, apunta a sufragar el servicio de la deuda pública (35 por ciento del presupuesto) interna y externa. La modalidad de acumulación impuesta sirve para que los grupos oligopólicos consoliden su riqueza y poder.