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¿BUROCRACIA IMPIDE DESARROLLO ELECTRICO?

Por: Tema(s): En: Hoy 16 ago. 1995, p. A.4Resumen: La crisis energética actual empieza con la sucesiva postergación de los planes de electrificación en la década de los ochenta, cuando los gobernantes priorizaron el servicio de la deuda externa, en desmedro de las necesidades de desarrollo. Pero el problema ya se gestó en la dictadura con los megaproyectos, como el de Paute, que son centralizadores y costosísimos. Luego al INECEL se le recorta el presupuesto y se transforma en parte del botín político. Por último, este gobierno, en lugar de enfrentar la emergencia eléctrica se hundió en un dogmatismo privatizador, con argumentos como que era inconveniente endeudarse más, mientras se endeudaba en US100 millones para sanear Ecuatoriana. Basta calcular lo que hubieran producido las alzas de tarifas eléctricas en 1992 y 1993 que debían servir para mejorar el servicio y se utilizaron para frenar la inflación, o lo que se hubiera ahorrado por cada día de apagón, que cuesta US2 millones. Por último la nueva ley no puede ser la panacea. No se puede culpar, como lo hacen los empresarios de Guayaquil, exclusivamente a la burocracia.
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Analítica de Seriada Analítica de Seriada BIBLIOTECA ECONÓMICA BCE - QUITO RESUM-003687 (Navegar estantería(Abre debajo)) Hoy. 16 ago. 1995, p. A.4 Disponible

La crisis energética actual empieza con la sucesiva postergación de los planes de electrificación en la década de los ochenta, cuando los gobernantes priorizaron el servicio de la deuda externa, en desmedro de las necesidades de desarrollo. Pero el problema ya se gestó en la dictadura con los megaproyectos, como el de Paute, que son centralizadores y costosísimos. Luego al INECEL se le recorta el presupuesto y se transforma en parte del botín político. Por último, este gobierno, en lugar de enfrentar la emergencia eléctrica se hundió en un dogmatismo privatizador, con argumentos como que era inconveniente endeudarse más, mientras se endeudaba en US100 millones para sanear Ecuatoriana. Basta calcular lo que hubieran producido las alzas de tarifas eléctricas en 1992 y 1993 que debían servir para mejorar el servicio y se utilizaron para frenar la inflación, o lo que se hubiera ahorrado por cada día de apagón, que cuesta US2 millones. Por último la nueva ley no puede ser la panacea. No se puede culpar, como lo hacen los empresarios de Guayaquil, exclusivamente a la burocracia.

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